El gobierno de Guillermo Lasso: en búsqueda del Grial de la gobernabilidad
Pablo Dávalos
En las elecciones de 2021 los electores ecuatorianos crearon una situación relativamente inédita para el país: eligieron a un Presidente de la República de derecha, pero se inclinaron por un legislativo de izquierda. El partido político del banquero conservador y de derecha, Guillermo Lasso, tiene apenas el 8,7% de votos de la representación parlamentaria. Como comparación, el movimiento UNES, del ex presidente Rafael Correa, tiene el 35,7 %; el movimiento Pachakutik el 19,7 % y el partido Izquierda Democrática el 13,1 %; en conjunto, estos tres partidos captan el 68,5 % de toda la representación de la Asamblea. La cuestión que se impone es: ¿cómo pretende gobernar Lasso con tan exigua representación parlamentaria?
Puede apreciarse que al tener tan poco margen de maniobra en la Asamblea Nacional sus condiciones de gobernabilidad y de aprobación de leyes que son claves para su agenda económica y política, dependen de su habilidad de construir alianzas parlamentarias y, al mismo tiempo, controlar al movimiento social. Sin embargo, eso no quita que el problema real sea que el gobierno no maneja su propio espacio político y dependa de lo que hagan o dejen de hacer sus aliados y adversarios. Hay, por tanto, una extensa zona gris alrededor de su gobierno que da cuenta de un ambiente de incertidumbre sobre su futuro político.
Por consiguiente, una de sus primeras decisiones políticas tiene que ver con la manera por la cual reducirá ese ambiente de incertidumbre que afecta su espacio político y sus grados de libertad. Y aquí surgen varias interrogantes: ¿cómo puede el gobierno de Guillermo Lasso ampliar su margen de maniobra ante un legislativo que, teóricamente, está en su contra? ¿Cuáles serán sus escenarios más plausibles? ¿Qué tan probable y tan seguro es su gobernabilidad con partidos políticos que tienen también sus propias agendas y que a larga no resignarán su legitimidad por un gobierno que no les pertenece? Varias hipótesis pueden ser posibles al efecto:
Primo: la corrupción al sistema político. El gobierno de Lasso puede “comprar” el mayor número posible de asambleístas para su gobierno y, para eso, tendría que poner en subasta las instituciones, entidades y organismos públicos, así como las políticas públicas; pero esta vez no se trata de “comprar” un número marginal de asambleístas para asegurar la mayoría, que siempre ha sido la práctica normal en el legislativo, sino de adquirir todo un bloque parlamentario, y ahí radica su primera debilidad política. En efecto, ha logrado ya captar a todo un bloque de asambleístas “independientes” y, con esa jugada, ha logrado duplicar su importancia en la legislatura. Ahora posee el 18% de la representación parlamentaria pero es aún insuficiente para la gobernabilidad de largo plazo. Tiene que entrar en una agresiva estrategia de cooptación y desgrane de asambleístas de los demás partidos políticos para, poco a poco, ampliar su margen de maniobra dentro de la Asamblea y tener un bloque cada vez más grande. Pero es una estrategia que requiere tiempo, y que los asambleístas calibren el precio que el gobierno estaría dispuesto a pagar por su “independencia”; pero el tiempo es un recurso escaso para el régimen. Esta estrategia de sostener un bloque parlamentario desde la corrupción al sistema político tiene también sus límites. Puede afirmarse que, al menos en el corto plazo y cuando más el gobierno necesita del sistema político, si confía solo en esta estrategia no tendrá los votos suficientes para aprobar las reformas económicas que son claves para su programa de gobierno, y ello, definitivamente, puede comprometer su gobernabilidad.
Secondo: ofertar la gobernabilidad de su gobierno a los bloques existentes. Convertirlos en aliados sobre la marcha para asegurar la coyuntura y la gobernabilidad bajo acuerdos puntuales o, también, demasiado generales. Esto pone el reloj de la política a girar en el corto plazo. Tiene tres opciones para hacerlo: el bloque de UNES, el bloque de la alianza entre Pachakutik y la Izquierda Democrática, o el bloque del partido de derecha Partido Social Cristiano. En un inicio el gobierno comprendió que una eventual alianza con el bloque de UNES y el bloque Social Cristiano le daba la gobernabilidad que necesita pero, en cambio, le restaba legitimidad y credibilidad. Son partidos cuyos respectivos caudillos son un lastre muy pesado. Puesto a escoger, se decidió por lo más importante, conservar la legitimidad. Esto le orilló a aliarse momentáneamente con el bloque Pachakutik-Izquierda Democrática. Gracias a esa alianza se pudo nombrar a las principales dignidades del legislativo y se eligió a alguien del movimiento Pachakutik para presidir la Asamblea Nacional. El régimen comprendió que ahí podía radicar el sustento de su gobernabilidad, al menos para los primeros meses de su gestión. Podía conceder espacios y prebendas a estos partidos y movimientos dentro de su gobierno, pero de tal manera que no sean ofertas lo suficientemente públicas para que estos partidos puedan guardar las apariencias y no puedan sufrir un temprano desgaste político. Esta estrategia chocó contra el principio de realidad cuando no pudo consolidarse en la elección de las dignidades de la comisión parlamentaria más importante de la Asamblea, aquella que tiene que procesar sus reformas económicas, la Comisión Especializada Permanente de Régimen Económico y Tributario. Ahí fallaron los cálculos previstos y se abrió una grieta que le hizo comprender al gobierno que el sustento real que tienen sus alianzas con estos partidos y movimientos es muy frágil. Para el gobierno esta comisión parlamentaria es un espacio demasiado estratégico para someterlo al albur de las circunstancias, porque es ella la que debe procesar su agenda de reformas económicas. Si bien es cierto que si pierde ese espacio, el régimen puede buscar un mecanismo de by pass a esta comisión, y aprobar las reformas desde otro espacio similar en la legislatura, pero esta circunstancia le ha permitido comprender que su alianza con Pachakutik es demasiado frágil para sostenerse al largo plazo. Es un acuerdo que descansa en última instancia sobre el movimiento político más gelatinoso y lábil del sistema político, el movimiento Pachakutik. El gobierno tiene esta vez la intuición que este movimiento político está lleno de sinuosidades y complejidades difíciles de predecir, en conclusión, es un aliado muy volátil. Es probable que el régimen piense ya en un recambio al largo plazo para esas alianzas, pero mientras tanto tiene que aferrarse a ella porque no tiene, por el momento, otras opciones.
Tertio: las decisiones estratégicas y las alianzas tácticas. El gobierno entrará en un periodo de definiciones cuando decida impulsar su agenda económica, que pasa por varias reformas legales que tienen que ser procesadas y aprobadas por la Asamblea Nacional. Son reformas que implican un alto costo político, porque afectan de manera directa a la población y su economía. ¿Puede contar el gobierno con los votos de su alianza con Pachakutik-Izquierda Democrática para aprobar sus leyes tributarias y fiscales? ¿Votarán esos partidos y movimientos por las privatizaciones, las desregulaciones, y el ajuste económico? Para responder hay que matizar. Quizá pueda contar con los votos de la Izquierda Democrática, pero es muy difícil que voten por esas reformas neoliberales los asambleístas de Pachakutik, porque es probable que el movimiento social al cual Pachakutik pertenece, reclame y se oponga a esas reformas económicas a través de movilizaciones sociales o, en todo caso, radicales pronunciamientos públicos de sus principales líderes. Por supuesto que es muy factible que algunos asambleístas de este movimiento intenten votar con el gobierno en virtud de las prebendas que les hayan sido entregadas u ofrecidas, o de su ilusión de ser cogobierno o porque no quieren perder los espacios ganados en la Asamblea, pero es bastante seguro que otro grupo de Asambleístas de Pachakutik se opondrán fehacientemente a ellas. Si esto sucede, esto puede suponer incluso la ruptura interna de este movimiento o, en todo caso, que el gobierno apueste a ello. Si el gobierno puede sumar a su favor los votos de la derecha del partido social cristiano que pueden hacerlo porque las reformas económicas finalmente les convienen, más aquellos de la Izquierda Democrática y con los votos que puedan resultar de la fractura del movimiento Pachakutik, podría aprobar in extremis sus reformas económicas, pero habrá lesionado al sistema político y habrá obligado a endurecer posiciones. Son reformas económicas que pueden dejar muy malherido al movimiento Pachakutik en el supuesto que algunos de ellos decidan irse con el gobierno. Pero si el movimiento Pachakutik resiste a ese embate, tendrá que coincidir en la votación con el bloque de UNES que probablemente se opondrá a estas reformas económicas neoliberales. Si Pachakutik logra mantener una cohesión interna y evita una fuga importante de asambleístas, puede ser suficiente para detener las reformas económicas del gobierno y poner un stop a todo su plan de gobierno. Si eso sucede, entonces Pachakutik puede comprender y darse cuenta que una alianza estratégica con UNES le otorga un mayor margen de maniobra y una capacidad de acción más importante que su alianza con el gobierno, porque le da la capacidad de poner límites reales al poder del gobierno.
Tetra: la otra oposición: las calles. Las reformas económicas del régimen tienen que ver con aquellas que ya han sido prescritas y establecidas en los acuerdos con el FMI y el Banco Mundial. Las reformas fiscales y tributarias del FMI producen descontento social en cualquier parte del mundo en las que se apliquen. Fueron, de hecho, estas reformas, las que provocaron las movilizaciones en Ecuador en Octubre de 2019. Para el gobierno de Lasso se tratan de reformas económicas claves en su programa de gobierno y cuenta con el apoyo y aval de estas instituciones financieras. Sin estas reformas estructurales no puede avanzar su agenda económica. Pero el régimen tendrá que, al mismo tiempo que busca los acuerdos parlamentarios para aprobarlas, afrontar la movilización social que provocarán estas reformas. El expediente de inmovilizar a la sociedad por razones de salud pública, al parecer, estaría agotado luego de los eventos de Colombia y del paro nacional de este país que duró varias semanas y puso de rodillas al presidente Duque. En consecuencia, no es muy plausible que el gobierno de Lasso tenga a su favor aquello que sí le resultó al gobierno de Lenin Moreno, de inmovilizar a la sociedad a través de la manipulación política de los protocolos de salud pública, porque además el gobierno de Lasso probablemente entrará en un agresivo proceso de vacunación generalizada para ganar apoyo social. ¿Puede afrontar una movilización social el gobierno de Guillermo Lasso? Y la respuesta es que no, porque esta vez las circunstancias son diferentes a ocasiones anteriores. En otras oportunidades no habían vasos comunicantes entre la movilización social y el sistema político. Ahora es la primera vez desde el retorno a la democracia, que existen líneas directas entre la movilización y el sistema político. En esta oportunidad, el movimiento político que es el fiel de balanza del poder y las decisiones dentro de la Asamblea Nacional, es el movimiento Pachakutik. De este movimiento depende que esas reformas económicas se aprueben o no. Pero es un movimiento que se debe a la movilización social y que tiene línea directa con las organizaciones sociales indígenas, sobre todo la CONAIE. Puede ser que los asambleístas del movimiento Pachakutik ahora estén muy cómodos y que hayan negociado varias prebendas con el gobierno, pero es también cierto que sus condiciones políticas y personales dependen de la movilización social. Ellos están ahí por la movilización social. Su futuro político está dentro del movimiento Pachakutik no fuera de él. Es esa movilización social la que les obligará a salir de su zona de confort y a tomar posición, y no es una toma de posición coyuntural sino que va a marcar su destino futuro. Si votan en contra del gobierno no habrá marcha atrás, para el gobierno de Lasso se convertirán en sus opositores. Todos los acuerdos que se habían suscrito previamente volarán por los aires. La violencia del Estado contra las movilizaciones sociales va también a definir el escenario político. Una excesiva violencia contra la movilización social y en sus primeros meses de gobierno puede pasar una factura muy pesada para los próximos años y dejar heridas difíciles de subsanar. La sociedad está cansada de la violencia, de la pobreza, del desempleo, de la falta de oportunidades. La sociedad quiere respuestas, y el gobierno solo tiene como respuesta el ajuste económico, la reducción del Estado, las privatizaciones, la desregulación. Son las duras circunstancias que vive la población las que le orillen a negarse a tomar la dura medicina del ajuste neoliberal porque estas medidas de ajuste no le conducen a ninguna parte. Esta vez la protesta social puede alterar las brújulas políticas en la Asamblea Nacional.
Penta: el movimiento hacia el centro: ¿simulacro? El gobierno puede asumir un principio de realidad y considerar que por el momento no tiene el margen de maniobra suficiente para el ajuste económico, porque eso desgastaría muy rápidamente su capital político y debilitaría sus frágiles alianzas parlamentarias, y puede optar por una estrategia de gradualismo económico, es decir, incrementar de a poco la temperatura hasta que la cocción esté lista. Puede morigerar el alcance de su propuesta y presentar aspectos plausibles y que tienen respaldo social, como la disminución episódica de los impuestos indirectos, por ejemplo, reducir el IVA durante los feriados, para, de contrabando, introducir reformas fiscales en función de su agenda económica, como la ampliación de la base tributaria. Sería una estrategia que puede crear malestar social pero no movilización y que puede permitir la convergencia de sus alianzas parlamentarias hacia su agenda. Los legisladores de la alianza con el gobierno puede que manifiesten su malestar pero en todo caso siempre votarán por esas reformas. Para esta estrategia, el gobierno de Lasso tiene un aliado clave: los grandes medios de comunicación. Gracias a estos medios de comunicación puede presentar al país un panorama de una situación calamitosa e insostenible que requiere de decisiones urgentes que pueden ser duras, qué duda cabe, pero que son absolutamente necesarias y ante las cuales no existen alternativas. Aquí el discurso de la crisis económica actúa como catalizador social sobre el cual se definen las convergencias necesarias para que su agenda económica se apruebe paulatinamente. Puede acompañar esta estrategia con cooptación a líderes populares, obreros, sociales, indígenas, bajo el argumento del diálogo y la búsqueda de consensos para resolver la grave crisis económica. Esta estrategia le puede también servir para orillar a las voces disidentes a una esquina que pueden ser estigmatizadas como excesivamente radicales y que no quieren comprender la grave situación del país. Así, puede confinar a la CONAIE y al movimiento social por fuera del consenso y la legitimidad social de la necesaria resolución de la crisis con medidas duras pero imprescindibles. En esta estrategia política, parecería que el gobierno abandona sus posiciones de derecha neoliberal y que se mueve hacia el centro. Sin embargo, solo será un simulacro. Esta estrategia tiene una debilidad fundamental: su credibilidad. Trasladar las responsabilidades de la crisis presente a las decisiones del gobierno anterior, cuando ese gobierno fue un importante aliado político no crea la confianza sobre ese discurso. Además, el origen bancario del Presidente Lasso, tampoco ayuda a esa confianza. Si la crisis es tan importante como aseguran, entonces, la ciudadanía puede preguntarse: porqué creció la rentabilidad de los bancos privados, porqué debo seguir pagando las cuotas de mis créditos y no los remiten como lo hicieron con los grandes grupos económicos, porqué el gobierno no diseña programas de ayuda y en vez de ello quiere que paguemos más impuestos, serán sus cuestionamientos. Hay un contexto marcado por la crisis sanitaria y una sociedad profundamente golpeada y herida por esa crisis y por la indolencia del anterior gobierno. En esas circunstancias, el enfoque del gradualismo corre el riesgo de agotarse demasiado pronto porque no es un discurso creíble y sus opositores políticos estarán ahí para recordárselo.
Hexa: la extraña topología política de la Asamblea. Si el gobierno ha logrado una alianza al menos coyuntural con Pachakutik-Izquierda Democrática, esto deja al movimiento UNES como única oposición de izquierda, y al partido socialcristiano como oposición de derecha. Esto significa que UNES desaloja de la izquierda al movimiento Pachakutik y lo orilla hacia el centro. Esta es una maniobra que no molesta ni preocupa al movimiento Pachakutik, pero en cambio es inaceptable para la CONAIE. Para la CONAIE y el movimiento social que se siente identificada con esta organización, su espacio político natural es aquel de la resistencia y la movilización. No se puede movilizar a una sociedad desde el centro, porque ahí el centro no existe. La polarización social la produce el propio capitalismo y sus procesos de acumulación de capital. El centro político es solo un espejismo. Se produce la paradoja de un movimiento social, la CONAIE, que está a la izquierda de su propio brazo político, Pachakutik, y tiene que compartir un espacio de resistencia y movilización con un sector político al cual siempre le había reclamado por su autoritarismo, corrupción y extractivismo cuando ellos fueron gobierno, es decir, UNES. Es un contexto paradójico porque las movilizaciones sociales no contarían con su supuesto aliado natural Pachakutik, sino con UNES. Este movimiento aparecería como oposición de izquierda, y aparentemente será más coherente a nivel político y más a tono con el reclamo social. La posición de UNES puede que sea honesta pero en realidad es estratégica. UNES, más que un partido es una maquinaria electoral que busca el poder y tiene que conseguir el espacio político para ello. Tiene que desprenderse de la persecución de la que ha sido objeto y por ello buscará converger hacia el movimiento social. Pero este acercamiento de UNES al movimiento social es incómodo para las organizaciones sociales y, en especial, para la CONAIE. Porque en el fondo es un acercamiento estratégico. UNES siempre ha estado a favor del extractivismo y no tiene una idea muy clara de lo que significa el Estado Plurinacional, el proyecto político más importante del movimiento indígena. De otra parte, le brinda al gobierno el argumento para deslegitimar a la movilización social y a los líderes sociales que los presentaría como relevos de UNES y sus estrategias. Así, pondría al mismo nivel a la CONAIE con UNES y, de esta forma, puede deslegitimarlos en una sola jugada. No obstante, para que esta operación sea fructífera deberá cortar el cordón umbilical entre la CONAIE y Pachakutik, porque todo ataque a la CONAIE es un ataque a su supuesto aliado en la Asamblea que es Pachakutik. Es probable que muchos asambleístas de Pachakutik, en virtud de la importancia que ahora tienen, consideren conveniente, e incluso necesario, cortar amarras con su organización social, pero eso liquidaría de forma definitiva al movimiento Pachakutik. Lo convertiría en un partido más del sistema político y cuyas posibilidades a futuro estarían totalmente liquidadas. Algo difícil de aceptar para un partido que casi entra al balotaje y que, de haber entrado, habría ganado las elecciones. En el movimiento Pachakutik hay plena conciencia que si no se pudo en esta ocasión, sí se podrá en la siguiente, y que en el intermedio están las elecciones de gobiernos autónomos, pero eso pasa por mantener vigente su relación con el movimiento social. Si esa relación se rompe, Pachakutik se extinguirá como opción y no tendría mayores posibilidades para las próximas elecciones. Y eso, al parecer, eso sus líderes y dirigentes lo tienen claro.
Hepta: la difícil cohabitación. Si el gobierno de Lasso no resuelve en los primeros meses esa compleja situación de tener ante sí un escenario tan difícil en la Asamblea y en la sociedad, tendrá que comprender que tendrá que cohabitar con la oposición de izquierda, que de hecho es la oposición más importante y con un proyecto propio, y que en la oposición de izquierda hay al menos dos movimientos importantes, UNES y Pachakutik. Cada uno de ellos por supuesto que tienen su propia agenda, sus prioridades, sus cálculos. Ambos movimientos son electoralmente importantes y ya piensan en las próximas elecciones de gobiernos autónomos descentralizados. Necesitan ganarlas para asentar su presencia territorial sobre la cual disputar el próximo gobierno. Si el gobierno de Lasso se desgasta, como parece, serán ellos los que probablemente disputen el próximo gobierno. Una vez que haya pasado la coyuntura y cuando se disipe la niebla ideológica de pensar que el gobierno de Lasso es de centro, si estos movimientos resisten la arremetida del gobierno y sobreviven relativamente intactos, serán ellos quienes definirán el futuro político del país, y el gobierno de Lasso terminará, a su pesar, de rehén de ellos. No podrá, en efecto, realizar ningún movimiento sin que pase por el veto o la aprobación de estos dos movimientos. Por ello es tan importante para el gobierno de Lasso cortar todo tipo de comunicación entre ellos. Si estos dos movimientos convergen, habrán logrado delimitar y circunscribir de tal manera los límites del gobierno de Lasso que lo pueden utilizar y convertir en la arena para su próxima confrontación electoral. Con esto, el gobierno de Lasso puede en realidad convertirse en un gobierno de transición en el cual la próxima decisión será entre Pachakutik como opción real de poder, o el retorno de una remozada UNES que quizá ya habrá comprendido a tiempo que su caudillo es un lastre demasiado pesado para afrontar con éxito el futuro.
Total acuerdo, brillante análisis, esperemos que los ponchos dorados inauguren neuronas y no dejen de lado lo logrado por sus bases.
ResponderEliminarNo estoy de acuerdo con Uds en que UNES intente en un futuro una remozada imagen , y peor que un líder como Correa sea un lastre . Otra vez cae en minimizar a un real fuerte porcentaje político como es el Ec Rafael Correa .
ResponderEliminarElegante y completo análisis
ResponderEliminarDiscrepo con su percepción acerca de Correa
Correa es indispensable para la Revolución Ciudadana
Dávalos es un correista fanático y sigue pensando cómo correista, o sea corto. El no cree en la honestidad de las personas, para el todo se compra. Veamos cómo puede funcionar un gobierno diferente, honesto y sin criterios de corrupción. El pueblo ecuatoriano lo respalda. Si ve que iniciamos un tránsito por una senda limpia, cuídense los manipuladores corruptos y ladrones
ResponderEliminarLa otra estrategia de Lasso es acercarse a la sociedad civil, promover su organización y buscar su apoyo para neutralizar las perturbaciones políticas.
ResponderEliminarLA ESTRATEGIA DE LASSO: debido a los constantes bloqueos de la Asamblea Nacional a los proyectos del ejecutivo, aprovechando el desgaste legislativo-ejecutivo, la presidencia consultara al pueblo le autorice disolver la Asamblea Nacional por una sola vez y convocara a nuevas elecciones legislativas, se pasara por la fajilla la muerte cruzada constitucional.... atentos que se viene!!!
ResponderEliminarPienso que es hora de desideologizar nuestra política ecuatoriana, si somos un poquito críticos y de acuerdo a lo que hemos visto estos días en la Asamblea, no hay una auténtica izquierda, lo que hay son populismo demagógicos, por lo tanto, pienso que es hora de pensar y actuar diferente, hacer cosas diferentes, distintas y mejores, demos paso y confiemos en un gobierno que parece distinto, veamos sus acciones. La Asamblea jamás me ha dado confianza, son negociantes del templo de la patria, eso se debe cambiar, falta visión, pensamiento y amor por la Patria. Estemos atentos y aportamos desde nuestra trinchera de trabajo, influencia y pensamiento.
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