Inteligencia Artificial y los Grundrisse de Marx
Inteligencia Artificial y los Grundrisse de Marx
Pablo Dávalos A.
Elon Musk, el ejecutivo de Space X, entre otras empresas, manifestaba su temor con respecto a la inteligencia artificial (IA) y, en un debate con Marc Zuckerberg, el principal de Facebook, consideraba que éste tomaba muy a la ligera las consecuencias para la humanidad de la IA. Si Musk se plantea tantos temores con respecto a la IA, ¿por qué trabaja en ella con tanto ahínco? ¿Acaso sus aprensiones no señalan una percepción más profunda que el mundo que está siendo construido desde la globalización puede cambiar radicalmente y que no estamos preparados para ello?
Es cierto que aún estamos lejos de desarrollar algo parecido a una conciencia no humana, pero estamos bastante cerca de desarrollar algoritmos lo suficientemente complejos y con una enorme capacidad heurística que pueden ser denominados, al menos provisionalmente, como “inteligencia artificial”.
Si esos algoritmos se integran a la producción de mercancías y de innovación de procesos, como efectivamente ya está ocurriendo, el resultado en crecimiento de productividad plantea una contradicción compleja y profunda para el capitalismo: aquella de la desaparición del valor de las mercancías, y un desafío a la ley de la escasez y, por tanto, a todo el discurso de la economía moderna que se sustenta, precisamente, en la noción de escasez.
La desaparición del valor se expresa en el decrecimiento del costo marginal hasta llegar casi a cero. Cuando esto sucede los bienes y servicios tienden a ser gratuitos, ejemplos de ello son Wikipedia, las redes sociales que reciben información a coste cero, el programa Linux, etc.
Los bienes y servicios que tienden a costos marginales cero son aquellos relacionados con la sociedad de la información. El problema radica en el hecho que el capitalismo no está dispuesto para los bienes y servicios gratuitos. El concepto de “precio” que define y estructura al mercado capitalista, impide pensar al capitalismo en términos de libre acceso y gratuidad. La persistencia del valor y la existencia del capitalismo como sistema histórico están íntimamente relacionadas.
La IA vinculada a la producción de mercancías implica, tarde o temprano, la desaparición del valor y la emergencia de una economía de bienes y servicios con coste marginal cero, porque la productividad que nace desde la IA tiende al infinito. Se trata de una sociedad de post-escasez, y una sociedad así no puede ser capitalista.
Esta intuición con todas sus consecuencias sociales e históricas fue ya desarrollada por Marx en el siglo XIX. A la luz de una lámpara de queroseno, el pensador que nació hace dos siglos, pudo entrever en los mecanismos más íntimos del capitalismo el germen de un futuro que solamente los más visionarios podían discernir.
En 1858, Marx llenaba de anotaciones varios cuadernos de trabajo que fueron denominados como Grundrisse(Elementos fundamentales), y que se publicarían recién a mediados del siglo XX. Fueron sus borradores en los cuales daba rienda suelta a sus intuiciones teóricas. En uno de ellos, aparece el denominado “Fragmento sobre las máquinas”.
La intuición que Marx plantea ahí puede ser plenamente comprendida recién ahora en el siglo XXI: el conocimiento social aplicado a la producción de mercancías implica la separación del trabajo de los procesos productivos y, en consecuencia, la desaparición del valor.
El sistema social que nace desde esta dinámica, ya no es, no puede ser, el capitalismo. Ese conocimiento social, en el Fragmento sobre las máquinas, es denominado por Marx como “intelecto colectivo”. Ahora bien, la IA es precisamente eso: inteligencia colectiva que puede ser aplicada a la producción de mercancías. ¿El temor de Musk con respecto a la IA, no es quizá la sospecha de que, finalmente, Marx pudiese tener razón? ¿Que en la búsqueda desesperada por la productividad para sostener la tasa de ganancia el capitalismo, ahora en el siglo XXI y por medio de la IA, estaría creando las bases de una sociedad diferente?