La elección de Leonidas Iza y el laberinto político de Guillermo Lasso
Análisis de coyuntura:
La elección de Leonidas Iza y el laberinto político de Guillermo Lasso
Pablo Dávalos
A mediados del año 2020 el gobierno del entonces Presidente ecuatoriano Lenin Moreno llevó adelante un proceso de renegociación y reestructuración de la deuda externa emitida en bonos soberanos y que, a la sazón, representaban cerca del 17% del PIB del Ecuador. Para garantizar y asegurar a los tenedores de bonos soberanos que el país iba a cumplir con ellos y que iba a crear excedentes monetarios para garantizar el pago de la deuda externa, el gobierno suscribió un acuerdo con FMI en septiembre del año 2020 por 6.500 millones de dólares, para dar continuidad al programa económico de ajuste o también denominado de consolidación fiscal que se había suspendido por las movilizaciones sociales de octubre de 2019.
Puede establecerse, por tanto, una relación directa entre tenedores de bonos soberanos, sistema financiero nacional e internacional y el programa de consolidación fiscal establecido por el FMI. Si este programa económico no se cumple, entonces los tenedores de bonos soberanos pueden castigar el precio de los bonos soberanos y puede subir el riesgo país y generarse un escenario de incertidumbre económica.
Para cerrar el círculo, el FMI condicionó a que la Asamblea Nacional del Ecuador pueda aprobar a inicios del año 2021 una serie de reformas monetarias que le impedían al país utilizar su propio ahorro interno para financiar sus necesidades de liquidez, al tiempo que estableció que el ahorro interno del sector público pueda estar a libre disposición de los bancos privados, a través de la denominada regla de respaldo que fortalece las reservas internacionales y las pone a disposición directa de los bancos privados, de tal manera que puedan utilizar estas reservas internaciones, que son públicas, para sus transferencias al exterior, sin tocar ni comprometer los activos internacionales netos del sistema bancario privado.
La elección del banquero Guillermo Lasso, en consecuencia, fue una buena señal para los tenedores de bonos soberanos que rebajaron el riesgo país y que premiaron los bonos soberanos del país en los mercados secundarios.
Sin embargo, un análisis más detallado de la coyuntura política del Ecuador da cuenta que el entusiasmo de los mercados financieros privados por la elección del nuevo presidente del Ecuador se debía más al calor del momento que a las circunstancias que realmente lo definen.
Tal como están las cosas en el Ecuador, la hipótesis que el programa de consolidación fiscal establecido con el FMI en septiembre del año 2020, y que define la hoja de ruta del presidente Guillermo Lasso, tiene pocas posibilidades de cumplirse debido a razones básicamente políticas es cada vez más plausible: el gobierno, en efecto, no tendría la capacidad de aprobar las reformas legales a nivel tributario que son indispensables para este programa, amén de otras reformas, porque los principales partidos políticos que constituyen la mayoría en la Asamblea Nacional, el movimiento indígena Pachakutik (PK) y el movimiento Unión por la Esperanza (UNES) que agrupa a los seguidores del ex Presidente Rafael Correa, no lo aprobarían.
No solo eso, sino que estos dos movimientos que se autodefinen de izquierda, ni siquiera ratificarían el presupuesto fiscal del Estado, el plan nacional de desarrollo y el plan plurianual de inversiones, habida cuenta del sesgo neoliberal del gobierno de Lasso. Sin embargo, aún hay más: en las recientes reformas al Código Orgánico Monetario y Financiero, al tenor de las condiciones establecidas por el FMI, se crean dos directorios independientes y conformados de manera directa por personajes que deben provenir de la banca privada (aunque parezca inverosímil pero eso dice textualmente la reforma legal aprobada). El uno es el directorio financiero encargado de la regulación a los bancos y al sistema financiero nacional, y el otro es el directorio monetario encargado de la liquidez, el manejo de la dolarización y el control del Banco Central. El problema está en que sería muy difícil que los partidos de izquierda PK y UNES, y, como ya se indicó, son mayoritarios en la Asamblea, voten a favor de la conformación de estos directorios, porque el costo político de hacerlo sería demasiado alto para ellos y, sin sus votos, la conformación de estos directorios puede convertirse en una tarea difícil para el gobierno. Como se puede apreciar, el gobierno de Guillermo Lasso quizá tenga por lo pronto un buen nivel de aceptación ciudadana pero ningún margen de maniobra en el sistema político.
Para comprenderlo mejor habría que hacer una explicación previa, y tiene que ver con la forma por la cual el gobierno leyó sus propias condiciones políticas cuando armó una primera alianza parlamentaria para nombrar las autoridades de la Asamblea Nacional. En este primera lectura, el gobierno consideró que al entregar la Presidencia de la Asamblea Nacional al movimiento indígena Pachakutik (PK), de hecho la segunda minoría parlamentaria, podía tejer una coalición para obtener gobernabilidad por fuera de las imposiciones del partido de derecha social cristiano (PSC), y del ex Presidente Rafael Correa y su partido político UNES, como se había previsto al inicio.
En el cálculo político del gobierno, había la certeza que el PSC iba a utilizar al Presidente Guillermo Lasso como baza política para recuperar sus propias posiciones perdidas dentro del sistema político, es decir, lo iba a utilizar como trampolín para la transición política; y, de otra parte, el ex presidente Rafael Correa iba a utilizar al bloque parlamentario de CREO, el partido de gobierno, para crear las condiciones para su eventual retorno a la política, lo cual dejaba sin margen de maniobra al gobierno de Guillermo Lasso. Esa alianza lo convertía en rehén tanto del líder de los socialcristianos Jaime Nebot, cuanto del ex Presidente Rafael Correa.
A todas luces era una factura política demasiado alta para asumirla y, con una representación parlamentaria tan exigua, el gobierno de Guillermo Lasso optó por una asociación políticamente más neutra con el movimiento indígena PK y con la Izquierda Democrática (ID), y cedió el control de la Asamblea Nacional a estos movimientos. Casi todos leyeron esa jugada como una alianza, al menos de mediano plazo, que de alguna manera le daría un mínimo margen de gobernabilidad al gobierno en sus primeros años. Pero se trataba más de un deseo que de una realidad, porque esta apresurada lectura daba cuenta que se entendía muy poco al movimiento indígena PK y su rol en el sistema político.
Hay, en efecto, un hecho que el gobierno no acertó a leer o a comprender en su cabal dimensión y es la elección de Leonidas Iza a la cabeza de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE).
La elección de Leonidas Iza, al frente de la CONAIE lo cambió todo. En Ecuador, la CONAIE es el movimiento social más potente y con mayor legitimidad social y política. Desde los años noventa hasta las movilizaciones de octubre de 2019, la CONAIE tiene una trayectoria que la avala como el interpelante social más potente al poder en el país. Es un movimiento que ha sido responsable de la destitución de tres Presidentes de la república y de poner en raya varias veces tanto al FMI cuanto al Banco Mundial.
Sin embargo, la relación entre CONAIE y PK es, por decir lo menos, compleja, de ahí que la mayor parte de interpretaciones sobre una posible alianza del gobierno con el movimiento PK para garantizar su gobernabilidad, no hayan incorporado en su análisis como vector a la CONAIE. Quizá esto se deba al hecho que en el anterior periodo legislativo la magra representación del movimiento PK en la Asamblea Nacional nunca fue determinante para el sistema político y nunca se convirtió en un bloque con capacidad suficiente para impedir la deriva neoliberal del régimen anterior. De hecho, ese pequeño bloque de asambleístas del PK tuvieron un rol muy ambiguo en el cual oscilaron entre posiciones de derecha y posiciones coherentes con su propio movimiento social. Por ello, el debate y el cuestionamiento al neoliberalismo nunca pasó por las aduanas del sistema político, en el cual el rol del movimiento PK fue marginal, sino que tuvo directamente en la CONAIE a su interlocutor más validado.
Entonces, la conclusión más fácil era considerar que la CONAIE y el movimiento PK andaban por andariveles diferentes y sin posibilidades de convergencia. De ahí que a nivel social siempre se haya visto a la CONAIE como una potente organización social vinculada a la izquierda, a los movimientos sociales y en contra de la agenda neoliberal y extractiva, mientras que no se consideraba de la misma manera al movimiento PK, aunque ambas organizaciones tengan la misma raíz y sean, en realidad, complementarias de un solo proceso político.
Esta vez, no obstante, la situación cambia de forma radical. Las elecciones del año 2021 extraen sus condiciones de posibilidad en octubre de 2019. Ahí, en ese acontecimiento político, se generó una energía social y política que se trasladó al sistema político y que puso al movimiento indígena en el centro del sistema político. Así, el movimiento PK ya no es un movimiento político marginal dentro del sistema político, sino su fuerza dirimente y se ha convertido, de hecho, en el movimiento político más importante del sistema político ecuatoriano. Una situación inédita desde su creación a mediados de los años noventa del siglo pasado.
Cuando el movimiento PK asume la Presidencia de la Asamblea Nacional y la dirección de varias comisiones legislativas especializadas permanentes, entre ellas la estratégica comisión de régimen económico y tributario, la lectura tanto del gobierno cuanto de ciertos sectores sociales apuntaba a inscribirlo dentro de una alianza política más amplia que pueda garantizar la gobernabilidad de Guillermo Lasso.
Las primeras declaraciones tanto de la Presidenta de la Asamblea, Guadalupe Llori, cuanto del propio coordinador nacional del PK, Marlon Santi, daban para esa interpretación. Pero se trataba más de un espejismo y de la falta de una lectura más comprehensiva de la nueva realidad política del país.
Muchos leyeron la coyuntura política al tenor de la oposición correísmo-anticorreísmo que fue tan funcional y estratégica durante el gobierno de Lenin Moreno. Pero esa falsa dicotomía no era posible en la nueva coyuntura. Emergía con mucha fuerza un tercer actor por fuera de esa dicotomía correísmo-anticorreísmo, ese nuevo actor es el movimiento indígena y el movimiento social, y el acontecimiento que le dio origen fueron las potentes movilizaciones sociales de octubre de 2019.
La derecha política, así como varios grandes medios de comunicación, optaron por invisibilizar al movimiento indígena y seguir en la línea narrativa que oponía correísmo y anti-correísmo para explicar y referir el conflicto político y, al mismo tiempo, sobreestimaron las iniciales posibilidades políticas del recién electo presidente Guillermo Lasso; mientras que la militancia del partido UNES que es la primera minoría de la Asamblea Nacional, y el otro polo del debate político nacional, consideraba al movimiento indígena como una extensión del gobierno y no alcanzaban a dilucidar la relación CONAIE-PK.
Ni la derecha ni el movimiento UNES, de otra parte, podían descifrar y decodificar lo que significaba la plurinacionalidad del Estado y la interculturalidad de la sociedad, que son los ejes de la ontología política del movimiento indígena, de ahí que el movimiento UNES, por ejemplo, se haya opuesto tan fervientemente a la universidad indígena Amawtay Wasi, y, por otro lado, el gobierno haya emitido el decreto ejecutivo No. 151 que da carta abierta a la minería sin consideración alguna a los derechos colectivos, el derecho a los territorios ancestrales, derecho humano al agua y derechos de la naturaleza, ni el derecho a la consulta libre, previa e informada, es decir, los aspectos constitucionales que definen la plurinacionalidad del Estado.
Al no comprender al movimiento indígena, las lecturas sobre la coyuntura política estuvieron equivocadas y partían más de posiciones ideológicas de principio que de una comprensión de los factores objetivos de la situación política del país. Empero, se obstinaron en aferrarse a ella porque era la única posibilidad que tenían para intentar comprender un escenario político tan novedoso y complejo.
Es precisamente por ello que la elección de Leonidas Iza a la presidencia de la CONAIE no estuvo en el radar tanto de la derecha, cuanto de los partidarios del ex presidente Rafael Correa y su partido UNES, y que, hasta el momento, no sepan exactamente cómo asumirla. Pero esa elección es trascendente porque establece un vector que explicará la coyuntura política en adelante y que la altera de forma trascendente.
La emergencia de Leonidas Iza al escenario nacional se produjo en los eventos de octubre de 2019, aunque venía de un proceso organizativo de larga data. En el encuentro con el gobierno de ese entonces y luego de cerca de dos semanas de intensas movilizaciones sociales, Leonidas Iza se convirtió en el interpelante más sólido, más crítico, más contundente y con mayor legitimidad social ante el ex presidente Lenin Moreno, así como ante el entonces ministro de finanzas, Richard Martínez.
En esa coyuntura, la claridad de la exposición, la nitidez de sus argumentos, la pertinencia de sus comparaciones y la frontalidad de sus declaraciones, convirtieron a Leonidas Iza en la representación y la condensación de lo que octubre-19 significó para la sociedad ecuatoriana. Un año más tarde, Leonidas Iza escribirá un libro, conjuntamente con Andrés Madrid y Andrés Tapia, sobre los eventos de Octubre, en el cual demuestra además su formación académica, su solidez ideológica y política. Por ello, su elección a la CONAIE no es cualquier elección. Se trata de poner al frente de la organización social más importante del país, a uno de los líderes más carismáticos, ideológicos y más potentes de todo el movimiento social ecuatoriano.
Es gracias a esa fuerza ideológica, que una de las primeras tareas de Leonidas Iza es dar conducción política al movimiento indígena y, dentro de él, al bloque parlamentario del movimiento PK. A diferencia de otras circunstancias en las cuales los legisladores de PK tenían una relación distante y esporádica con la CONAIE y su dirigencia, esta vez la CONAIE asume directamente la conducción política de su bloque parlamentario, un bloque, hay que recordarlo, que controla la presidencia de la Asamblea Nacional del Ecuador y la presidencia de varias comisiones legislativas especializadas permanentes (Régimen Económico y Tributario, Educación, Gobiernos Autónomos Descentralizados, entre otras). Esto significa un cambio en la trayectoria del movimiento PK que lo orilla a una posición de contradicción y confrontación directa con el gobierno de Guillermo Lasso.
Si el gobierno esperaba tener en su débil alianza con el movimiento PK e Izquierda Democrática una leve esperanza para articular un mínimo margen de maniobra para su propia gobernabilidad, la elección de Leonidas Iza acaba de echarla abajo. Con Leonidas Iza al frente de la CONAIE, y en la conducción política del movimiento indígena ecuatoriano, es muy difícil que el bloque parlamentario del movimiento PK se sustraiga al control político de su propia organización social, la CONAIE. En consecuencia, no existe ninguna posibilidad que el movimiento PK vote por ninguna de las leyes neoliberales del gobierno de Lasso, sobre todo aquellas que procesan las reformas estructurales definidas por el FMI en su Carta de Intención de marzo de 2019 y de septiembre de 2020.
La propuesta política de Leonidas Iza, por otra parte, pasa por articular de forma coherente y estructurada la relación política entre CONAIE y el movimiento PK, de tal manera que el bloque legislativo del movimiento PK no tenga ningún margen de ambigüedad ni dubitación ante la coyuntura política, pero también por ampliar el espectro de alianzas para el movimiento indígena y el movimiento social y recuperar lo mejor de octubre de 2019 que fue el Parlamento de los Pueblos como instancia de debate, discusión y legitimidad social. Leonidas Iza ha planteado ya líneas rojas a la política económica del régimen: la continuidad del programa neoliberal que se expresa, en lo más inmediato, en la eliminación de subsidios a los combustibles, el extractivismo y la afectación a los derechos en un Estado Plurinacional, al tiempo que construye una propuesta alternativa desde la re-creación de un nuevo espacio social que, probablemente, se convierta en el eje de articulación social a futuro, el Parlamento de los Pueblos.
Sin embargo, el gobierno parece no entender el impasse en el que está. En efecto, no se da cuenta que está en un laberinto. En otras palabras, está perdido y aún no lo sabe. Cuando Leonidas Iza le propone al gobierno suprimir los decretos ejecutivos emitidos por el gobierno anterior de Lenin Moreno y que eliminan gradualmente los subsidios a los combustibles, pone a discutir el centro del programa de consolidación fiscal impuesto por el FMI, desde la legitimidad de la mayor organización social que tiene el país la CONAIE, y en un contexto marcado por la recesión, la pobreza y el conflicto social. Mas, no es solo el representante de una organización social quien lo propone, sino que ahora es también el líder social que puede articular las posibilidades y el margen de maniobra del bloque legislativo del movimiento PK y, por tanto, de toda la Asamblea Nacional, habida cuenta que el movimiento PK controla la mayoría del Consejo de Administración de la Legislatura y la Presidencia de la Asamblea.
Es decir, Leonidas Iza representa la posibilidad de conjugar en una misma dinámica la capacidad de movilización social de la CONAIE, sumar a ella varias alianzas estratégicas con sectores sociales a través del Parlamento de los Pueblos, y, sobre todo, la capacidad de incidir de forma gravitante dentro del sistema político a través del bloque legislativo del movimiento PK. Es, sin duda alguna, el líder político más importante que tiene el país, salvo para el gobierno de Guillermo Lasso (así como para los grandes medios de comunicación) que, al parecer, no tiene idea de lo que Leonidas Iza representa.
Al no tener una lectura clara del rol dirimente de Leonidas Iza, soslayarlo del debate y negarse a asumir siquiera un diálogo sobre las propuestas realizadas por Leonidas Iza, el gobierno de Guillermo Lasso dinamita sus propias posibilidades de gobernabilidad y genera las causales de futuros conflictos. No entiende que está en juego su propio margen de maniobra en el sistema político y en la sociedad. Está en juego su legitimidad presente y futura. No comprende que ahora la coyuntura política ha cambiado de forma importante y que tiene que gobernar en situaciones inéditas, y que estas circunstancias extraordinarias ameritan salir del libreto y asumir el principio de realidad de la política.
Es la primera vez, en efecto, que un líder social y representante de una organización social tan potente como la CONAIE puede actuar con tal nivel de incidencia tanto dentro del sistema político como fuera de él. Son contextos únicos que ameritan una lectura minuciosa y lúcida, justamente por su carácter inédito. No se puede gobernar en circunstancias tan especiales con un libreto que no corresponde al momento.
Pero los operadores políticos del gobierno de Guillermo Lasso han demostrado ser incapaces de descifrar el momento político que atraviesa su propio gobierno, y los grandes medios de comunicación que son operadores políticos por excelencia tampoco le ayudan al gobierno de Lasso. Y esa incapacidad hace que el gobierno de Guillermo Lasso sea desde ya un fracaso político. Quizá intente como el barón de Münchhausen, salir del pantano halándose de sus propios pelos, pero eso solo demostrará su incapacidad de comprensión sobre la coyuntura en la cual le tocó gobernar. Pero cuando se dé cuenta finalmente de sus errores, quizá sea ya demasiado tarde.
Del otro lado de la orilla, el movimiento político UNES, tampoco ha logrado descifrar la coyuntura. En una primera instancia acusaron al movimiento PK de formar parte del gobierno y de pertenecer a la derecha política. El objetivo era desalojarlo del espacio político de la izquierda para orillarlo hacia el centro, de tal manera que en ese espacio político de la izquierda quede un solo movimiento, en la ocurrencia, UNES.
Acusar al movimiento PK de pertenecer a la derecha política y estar en alianza con el gobierno neoliberal de Guillermo Lasso quizá tenga ciertos visos de plausibilidad habida cuenta de su errático comportamiento político, pero extender ese argumento hacia la CONAIE no tiene sentido alguno. UNES puede acusar al movimiento PK de derechización pero no puede hacer extensiva esa acusación a la CONAIE y, menos aún, a Leonidas Iza. Sería un despropósito. De hecho, UNES ha reconocido a Leonidas Iza como un líder social de izquierda. Pero, curiosa y paradójicamente, ese mismo reconocimiento deja sin piso a su estrategia de expulsar al movimiento PK de la izquierda para orillarlo al centro del espectro político y adscribirlo a la coalición de gobierno. Así, la elección de Leonidas Iza es también el fracaso de la estrategia política de UNES con respecto al movimiento indígena.
Para el movimiento UNES ahora es más complicado posicionarse en la izquierda, porque Leonidas Iza representa también la crítica más radical al desarrollismo económico y al extractivismo que, en cambio, forman parte de la propuesta ideológica central del movimiento UNES. Ellos comparten, en efecto, ese discurso extractivista que decía que no se puede ser mendigos sentados sobre un saco de oro y que justificaba la violencia extractiva, porque supuestamente con los recursos del extractivismo se podía financiar la obra pública y el desarrollo económico nacional. En consecuencia, a partir de la elección de Leonidas Iza quien va hacia el centro ya no es el movimiento PK sino el movimiento UNES.
Esto inaugura una especie de dialéctica política dentro del espacio político de la izquierda entre estos dos movimientos UNES y PK que van a resistir ser expulsados del espacio político de la izquierda, porque desde ese espacio se puede validar la crítica más potente y más redituable contra el gobierno neoliberal de Lasso. Ninguno de ellos querrá salir de ese espacio y sacrificar sus opciones electorales y políticas futuras. Esto quiere decir que ninguno de estos movimientos políticos querrá sacrificar sus posiciones políticas para aprobar las leyes o iniciativas del gobierno de Lasso, con el agravante para UNES que quien tiene en sus manos el control de las palancas del poder legislativo para hacerlo es el movimiento indígena.
Existe otro vector de interpretación sobre la elección de Leonidas Iza y tiene que ver con el recambio generacional en el sistema político, un recambio que la pandemia del Covid-19 demostró imprescindible y urgente. Quizá UNES haya entendido la necesidad social por un recambio generacional en el sistema político y haya apostado por una figura nueva para ello en su candidato presidencial Andrés Aráuz; sin embargo, cuando UNES pierde las elecciones, deja en el limbo a su propio ex candidato presidencial y no lo proyecta en el sistema político. Eso los demuestra como una maquinaria electoral dispuesta a sacrificar a sus militantes con tal de ganar las elecciones. Es decir, UNES abre un espacio político necesario e importante pero, una vez abierto y al no ganar las elecciones, lo abandona. No es ético, pero forma parte del pragmatismo político de este movimiento. Ahora bien, en ese espacio calza perfectamente la imagen de Leonidas Iza, porque representa esa necesidad de recambio en nuevos liderazgos. Quizá sin proponérselo, UNES creó el espacio político en el imaginario nacional en el cual ahora puede caber la imagen de Leonidas Iza. La derecha, de su parte y por el momento, no tiene ningún nuevo liderazgo que proponerle al país.
Con estos antecedentes quizá sea necesario retornar a la cuestión inicial: ¿Qué pasa si se cae el programa de consolidación fiscal del FMI? Y la respuesta es que tal como está constituida la coyuntura política del Ecuador, ese programa está prácticamente caído. Si esto es así, ¿Cómo reaccionará el gobierno del banquero Guillermo Lasso?, ¿cómo reaccionarán las elites empresariales, bancarias y financieras?, y quizá la respuesta sea que reaccionarán como siempre lo han hecho, con una fuga hacia delante. Con una incomprensión absoluta del momento que ellas mismas propiciaron y es probable que apuesten a la violencia para resolver los conflictos políticos, en un escenario que recuerda mucho al de Colombia, pero cuya posibilidad es difícil en Ecuador habida cuenta de la potencia de sus movimientos sociales. En esa fuga hacia delante pondrán en riesgo toda la institucionalidad existente, y, lo que es peor, lo único que sostiene la relativa estabilidad institucional y económica que tiene el país, la dolarización.