domingo, 30 de abril de 2023

Sobre las elecciones del Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik

Sobre las elecciones del Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik

 

Pablo Dávalos

 

A fines del mes de abril de 2023, el Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik (MUPP), y de conformidad con la legislación del país que obliga a que los partidos y movimientos políticos incorporen mecanismos de democracia interna a través de primarias y de elecciones democráticas para sus autoridades, realizó sus elecciones internas para definir a su nuevo Coordinador Nacional y a su nueva directiva, conformada, hecho inédito en el país, por más de cuarenta dirigentes con equidad de género y de edad, y con representación nacional e internacional (por los migrantes). Este evento de un movimiento del sistema político convocó a la expectativa nacional y se convirtió en uno de los acontecimientos más importantes de la coyuntura del Ecuador por las consecuencias que implica.

Como antecedente hay que indicar que el MUPP ingresa al sistema político en el año 1996 como parte del proyecto político de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, CONAIE, al momento la organización social más potente y más importante del país. Es por esta razón que la CONAIE siempre consideró al MUPP como su brazo político. Sin embargo, desde su fundación, el MUPP se convirtió en un brazo político que siempre buscó actuar de forma autónoma e independiente con respecto a la CONAIE. Es por eso que en su trayectoria los conflictos y contradicciones entre el MUPP y la CONAIE han sido recurrentes. 

Un ejemplo de ello es la alianza que el MUPP hizo en el año 2002 con el coronel Lucio Gutiérrez del partido Sociedad Patriótica, para apoyarlo en su candidatura a la Presidencia de la República, a espaldas y sin la autorización de la CONAIE. En esa oportunidad Lucio Gutiérrez ganó las elecciones presidenciales pero llevó adelante uno de los programas neoliberales más radicales lo que obligó a que la organización indígena pase a la oposición más beligerante mientras, paradójicamente, parte de su militancia estaban en el gobierno. 

Fue por ello que cuando se propuso en el año 2006 una nueva alianza electoral, esta vez con un outsider de la política, como fue en esa ocasión Rafael Correa, la CONAIE decidió participar desde sus propias posibilidades y obligó al MUPP a replegarse y no apoyar la candidatura de Rafael Correa. Pero las elecciones del año 2006 fueron trascendentes para el país porque produjeron un ciclo político que iría a prolongarse por toda una década hasta el año 2017. En ese ciclo político, el MUPP se convirtió en una opción marginal habida cuenta de la hegemonía política de la Revolución Ciudadana, como habría de denominarse a la expresión política de este nuevo ciclo, que siempre vio al movimiento indígena como un adversario que debía ser cooptado o, en su defecto, destruido.

En tanto opción marginal del sistema político, el MUPP pudo, en cambio, convertirse en una importante opción de los gobiernos autónomos descentralizados y logró captar importantes representaciones territoriales durante este periodo.

Sin embargo, aquello que altera las condiciones políticas del país fue el giro político que en el año 2018 realizó el ex Presidente Lenin Moreno quien rompe amarras con el movimiento político que lo llevó al poder, es decir la Revolución Ciudadana y se transforma, de manera inexplicable, en su némesis más radical. Es ese giro el que cambia las coordenadas de la hegemonía y la disputa política. 

En ese cambio, en primera instancia, es la derecha la que se posiciona desde dos expresiones importantes, de una parte la derecha del partido socialcristiano con una fuerte base electoral en la costa del país y, de otra, la derecha de los restos del sistema político y que tenían en el extinto partido político Democracia Popular cuya base electoral se situaba en la sierra del país; esta derecha confluye hacia el movimiento CREO (Creando Oportunidades). Los líderes de ambos partidos, Jaime Nebot (Partido Socialcristiano) y Guillermo Lasso (CREO), respectivamente, suscriben, apoyan, estimulan y promueven el giro político de Lenin Moreno porque se consideran los legítimos herederos de la transición política y hegemónica.

Para garantizar ese giro político, el ex Presidente Lenin Moreno altera todas las coordenadas de la política económica y de la política pública y suscita el retorno de los programas de ajuste y austeridad fiscal del FMI. Es por ello que en marzo del año 2019 suscribe un programa con el FMI y permite su retorno luego de más de catorce años en los cuales el país se había alejado de esta multilateral. El FMI, para esta ocasión, viene con todo. Define lo que quizá sea el programa de austeridad fiscal y de reforma estructural más agresivo y más radical de cuantos haya impuesto a cualquier país de América Latina e, incluso a aquellos del África.

El FMI quiere cambiarlo todo en Ecuador y quiere hacerlo de forma radical. No se conforma en intervenir y cambiar la política fiscal, sino que quiere alterar todos los marcos institucionales que sostienen a todas las políticas públicas. Por eso su programa de consolidación fiscal y reforma estructural suscrito con Lenin Moreno altera toda la economía y somete al país al rigor de la austeridad, en un contexto en el que no existía ningún motivo para hacerlo, ya que todas las cuentas fiscales estaban en orden y el país vivía momentos de crecimiento económico y débil inflación.

Este programa de austeridad tiene su prueba de fuego en octubre del año 2019 cuando se produce la movilización social más importante del país y que obligó a Lenin Moreno a dar marcha atrás en el programa económico impuesto por el FMI. Esta movilización fue liderada por la CONAIE y es, justamente, en esta movilización en donde emerge la figura del líder indígena Leonidas Iza.

En diciembre del año 2019, luego de estas movilizaciones, la Asamblea Nacional decide archivar una serie de reformas legales que fueron enviadas como medidas urgentes en materia económica por Lenin Moreno y que dan al traste todo el programa de reforma estructural que había sido diseñado por el FMI para el Ecuador. Ante este escenario, es el FMI quien decide dar por terminado el programa de consolidación fiscal y de reforma estructural bajo el pretexto de que la información que había recibido por parte del país había sido “errónea”.

Sin embargo, esta derrota al FMI y al programa de consolidación fiscal se va a traducir en un masivo respaldo tanto social cuanto electoral al movimiento indígena por su liderazgo y compromiso. De esta manera, el MUPP pasó a convertirse en el segundo movimiento político más votado del país. De un actor marginal de la política se transforma en su actor más importante. Pero esta transición para el MUPP se produce en un contexto en el cual este movimiento no estaba preparado para asumir tal desafío.

En efecto, a diferencia de otros partidos y movimientos políticos, el MUPP es el único movimiento del sistema político que es la expresión de una estructura social, vale decir, la CONAIE. Todos los demás partidos y movimientos políticos tienen sus adherentes, su estructura, sus dinámicas pero ninguno de ellos tiene base social; pueden, y de hecho tienen, bases electorales pero no tienen base social. El MUPP es el único que tiene base social, pero es una base social que tiene su referencia y contexto en el entramado comunitario del país. 

Esto suscita una serie de problemas irresolubles desde la trama liberal de la política que se expresan y configuran como aporías políticas; una de ellas es cómo armonizar la trama liberal de la política con respecto a una organización política que está por fuera de esa trama liberal. Es esto lo que pasa en la relación entre CONAIE y el MUPP. 

Para que se tenga una idea de esta complejidad que deriva en una aporía: el Código de la Democracia, que es el marco jurídico que norma y regula la representación y la elección, tiene un sustento de ontología política y epistemología política en el liberalismo que reconoce solamente a los individuos como los sujetos portadores de la representación y la elección. Para el Código de la Democracia no existe otro sujeto político que no sea el ciudadano quien es el único con el derecho a elegir y ser elegido. Empero, en el caso de la CONAIE existe una complejidad que solamente puede comprenderse al trasluz de aquello que siempre han reclamado y que se ha constituido en la brújula de su proyecto político: la plurinacionalidad del Estado, es decir, el reconocimiento a una ontología política de las diferencias radicales.

En la CONAIE existen los sujetos comunitarios cuya expresión son, precisamente, las comunidades. La CONAIE es la sumatoria de ese sujeto comunitario. En tanto sujeto comunitario sus lógicas, dinámicas y estructuras difieren de aquellas establecidas desde una visión liberal de la política. Una de esas lógicas, que es de fundamental importancia para comprender al MUPP, es el control comunitario a las autoridades comunitarias y a las organizaciones políticas comunitarias. 

Este aspecto que es clave para regular y definir la gobernabilidad a las estructuras comunitarias desaparece en la trama liberal de la política. El Código de la Democracia considera que el control comunitario a las decisiones individuales puede devenir en corporativismo, en el mejor de los casos, o en coerción comunitaria que afecta la libertad individual, en el peor. Para el Código de la Democracia y sus reglamentos, las decisiones políticas se asumen, calibran, toman y expresan únicamente desde la lógica individual y sus mecanismos de contrapesos y contrapoderes.

Si se quiere, es la lógica del mercado y la supuesta elección racional del consumidor la que se traslada como marco epistemológico hacia la representación y la elección política. Pero esto fragmenta de manera importante la relación entre la CONAIE y el MUPP. La CONAIE no puede ejercer control comunitario sobre el MUPP porque la ley no lo permite. Puede tener ciertos márgenes de acción pero no puede rebasarlos. El MUPP, gracias a la ley, puede devenir en una maquinaria electoral sin posibilidad alguna de control comunitario. El MUPP puede tomar decisiones desde lógicas individualistas y oportunistas sin que el tejido comunitario pueda hacer nada ni para cambiarlas, ni para fiscalizarlas. 

Al perder la posibilidad del control comunitario, el MUPP leva anclas de su proyecto histórico y deviene en una maquinaria de representación y de elección en el cual pasan factura sus debilidades. En efecto, quienes asumen la representación en el MUPP provienen de entramados comunitarios o de apoyos o relacionamiento con esos entramados. En algunos casos son líderes o son personajes que han apoyado las luchas sociales del movimiento indígena o que pueden permitir sortear de mejor manera el racismo que existe en el país y por eso han sido incorporados a las listas electorales del MUPP. 

Esos personajes, cuando llegan al sistema político, si no tienen detrás de sí el control comunitario, convierten a su presencia en el sistema político como una apuesta personal. Sus lazos y compromisos políticos son débiles porque el MUPP no es un partido ideológico como otras opciones del sistema político, sino la expresión política de una organización social. Es en la organización política en donde subyace y se encuentra el horizonte ideológico y emancipatorio, no en el MUPP que solo es su instrumento.

Esta situación puede pasar desapercibida o, en todo caso, no implica graves problemas a la estructura social, cuando la representación en el sistema político del MUPP es marginal, pero se vuelve un verdadero problema cuando esa representación es mayoritaria y estratégica como pasó en las elecciones del año 2021. En esas elecciones, el MUPP alcanzó cerca del 20% de la representación parlamentaria, lo que lo convirtió en la segunda minoría legislativa más importante y, gracias a eso, pudo captar la Presidencia de la Asamblea Nacional.

Empero, lo que pudo convertirse en un éxito electoral que catapulte al MUPP hacia posiciones estelares de la política y le permita resolver los problemas de la transición hegemónica y de llevar adelante el proyecto histórico del movimiento indígena de construir el primer Estado Plurinacional en la historia del país, en esta oportunidad, se convirtió, para su estructura social, es decir la CONAIE, en una verdadera pesadilla. 

Sin la posibilidad de ningún control comunitario y social, el MUPP se perdió en el laberinto de sus propias simulaciones y de su oportunismo y desperdició una verdadera oportunidad histórica. Sus cuadros en el sistema político se convirtieron en caricaturas de los peores vicios de ese sistema político. Ninguno de ellos se proyectó con un liderazgo nacional que pueda convertirlo en referente. Ninguno de ellos construyó puentes con sus entramados sociales. Se transformaron en burócratas del sistema político, sin una visión coherente del país y sin posibilidad de articular y cohesionar su praxis dentro del sistema político con el horizonte de emancipación social que propone la CONAIE.

En una especie de narcisismo ingenuo, pensaron que habían ingresado al sistema político por sus propios méritos y cortaron toda relación con su estructura social y se dedicaron a utilizar los recursos que el sistema político ponía en sus manos para promocionarse a sí mismos. Es por ello que el tránsito del MUPP por los corredores del sistema político es errático, impredecible, ambiguo y lleno de contradicciones no solo políticas sino éticas. 

Pero el país vive sus horas más dramáticas en los que la burguesía ha optado por llevarlo hacia un estatuto de Estado fallido en el cual los vacíos de contractualidad provocados por la radicalidad del ajuste neoliberal, son asumidos directamente por el crimen organizado y la violencia de las mafias. Quizá en otras circunstancias habría cabido incluso hasta comprender ese errático comportamiento de los legisladores del MUPP, pero en ese contexto de crisis cuando era imprescindible devolver al país la contractualidad perdida, el MUPP se había convertido en un verdadero problema para las organizaciones sociales y fue imperdonable que sus extravíos y devaneos no hayan contribuido a dar solución a los graves problemas del país a pesar de tener en sus manos importantes herramientas políticas para hacerlo.

Es por ello que para la CONAIE se convierte en una prioridad recuperar a su expresión política; porque quien paga los pasivos del MUPP no son sus representantes en el sistema político que, en fin de cuentas luego retornarán a las sombras de donde salieron, sino la organización social. No se puede luchar contra el neoliberalismo, el FMI, y la burguesía con un peso muerto tan grande como es el MUPP. Para la CONAIE eso fue incluso muy evidente en las movilizaciones del mes de junio del año 2022 cuando tuvo que poner entre paréntesis a su propia representación en el sistema político para tener mayor capacidad de respuesta y más legitimidad social.

Es eso lo que estuvo y está en juego en las elecciones del MUPP: la posibilidad de que la organización social (la CONAIE) pueda ejercer control comunitario sobre su estructura política, porque es la única manera de resolver los complejos escenarios políticos que vive el país. 

Gracias a ese control comunitario, por ejemplo, se puede ejercer el control sobre la representación parlamentaria para que asuma una posición firme y vote por la destitución de Guillermo Lasso en el juicio político que se lleva en su contra por peculado. Si los asambleístas del MUPP deciden esta vez ir por una agenda más libre y buscan negociar posiciones en beneficio personal, ahora tendrán que oponer esa agenda individual y oportunista al control comunitario que se ejercerá desde la CONAIE y la nueva dirigencia del MUPP. 

Aquellos que opten por su agenda personal tendrán que asumirla pero, esta vez, por fuera del MUPP. Tal es la consecuencia que tiene el control comunitario sobre el MUPP y que se expresó en las elecciones de su nueva coordinación nacional. En otras palabras, si antes de las elecciones internas del MUPP existían un ambiente de incertidumbre y ambigüedad con respecto a las decisiones que puedan tomar los legisladores del MUPP con respecto a la destitución del Presidente Guillermo Lasso en el juicio político, ahora ese ambiente se clarifica y la incertidumbre se transforma en certeza. 

Lo mismo en el caso de que el Presidente Lasso, ante el escenario de su inminente destitución, decida ir por la muerte cruzada. De suceder esto, será la organización social conjuntamente con su estructura política las que decidan en conjunto las formas de participación, sus políticas de alianzas y sus mecanismos de control posterior, así como el proyecto político a proponer al país. 

Entonces, en estas elecciones internas del MUPP no solo estaba en juego el destino de un movimiento político sino que se jugaba y se juega, sin exageración alguna, el futuro político del país. Es por ello el ambiente de expectativa que provocó. Cuando la derecha y el gobierno vieron que sus principales aliados en el movimiento indígena perdían posiciones, articularon de forma inmediata una línea discursiva para desconocer sus resultados y deslegitimarlos porque, en definitiva, está en juego su permanencia en el poder. 

Pero las cartas estaban jugadas y las posiciones de derecha dentro del movimiento indígena que apostaban por separar de manera definitiva y radical al movimiento Pachakutik de la CONAIE finalmente fueron derrotadas. 

Es la línea de confluencia y convergencia entre la CONAIE y el MUPP quien ahora tiene el control y el poder dentro de la organización indígena. Con ese poder tienen posibilidades y desafíos importantes. Tienen que recuperar la legitimidad perdida y tienen que articular de forma consistente el control comunitario sobre las decisiones en el sistema político de su expresión política. 

Es una agenda que, al parecer, la tienen clara sus líderes, y es con esa agenda y con ese nuevo escenario que el país entra en una nueva etapa de sus transiciones hegemónicas y, como lo expresó en sus primeras declaraciones, su nuevo Coordinador Nacional, el ex Alcalde de Cayambe, Guillermo Churuchumbi, ahora su prioridad y proyecto será llevar al MUPP (y a la CONAIE se entiende), a ser el próximo gobierno del Ecuador y, probablemente, con su primer Presidente indígena.

 

 

 

 

 

viernes, 28 de abril de 2023

Elementos de coyuntura política en el Ecuador: los escenarios de la transición al gobierno de Guillermo Lasso

 Elementos de coyuntura política en el Ecuador: los escenarios de la transición al gobierno de Guillermo Lasso

Pablo Dávalos

En el Ecuador el debate se ha concentrado sobre el juicio político al Presidente Guillermo Lasso, por la causal de peculado a propósito de los contratos petroleros de la empresa estatal de petróleos Petroecuador E.P. y la empresa pública FLOPEC E.P. De todas las causales que la comisión especial de la Asamblea Nacional solicitó a la Corte Constitucional para proceder con el enjuiciamiento político al Presidente, finalmente, solo se autorizó esta causal. 

Esto ha dado lugar a un debate sobre su pertinencia jurídica y la legitimidad de sus pruebas de cargo y descargo. Para quienes defienden al gobierno, hay indicios que las pruebas no se sostienen por una serie de supuestas fallas e irregularidades. Para los interpelantes al Presidente y proponentes de su destitución, el meollo del debate no es jurídico sino político, por lo que es la capacidad de interpretación política lo que determina su pertinencia, no su fundamento jurídico.

Así, la coyuntura consiste en saber con cuántos legisladores contará el gobierno de Guillermo Lasso para evitar los votos que son necesarios para su destitución. Desde varios sectores se hacen cuentas que cuadran tanto para la destitución cuanto para su exoneración. Es decir, hay un ambiente de incertidumbre. En ese ambiente de incertidumbre, el movimiento político que más contribuye a generarla es el movimiento Pachakutik. Así, este movimiento político ha estado en el foco de todas las intersecciones políticas y todas las negociaciones porque se supone que su caudal de votos servirán para inclinar la balanza sea a favor del Presidente Lasso o en su contra.

Otros movimientos políticos que también tienen cierta importancia y que en circunstancias anteriores han contribuido a salvarle al Presidente Lasso de los dos primeros intentos que se hicieron para destituirlo, uno a fines del año 2021 y otro en medio de las movilizaciones sociales e indígenas de junio de 2022, ahora han sido soslayados e invisibilizados del análisis y de la preocupación política porque los reflectores sociales apuntan casi de forma exclusiva al movimiento Pachakutik.

Ahora bien, independientemente del resultado de la votación sobre el juicio político al Presidente Lasso, es necesario indicar que se trata de un gobierno que no tiene ningún margen de maniobra en el legislativo y ninguna credibilidad y aceptación en la población. Sus márgenes de rechazo son inéditos para la vida política del país porque rondan o superan el noventa por ciento de la población.

Los sectores que apoyan al Presidente Lasso son muy contados y están, básicamente, en los grandes medios de comunicación, en algunos sectores empresariales y bancarios y pare de contar.

Esto supone que el Presidente Lasso, al no tener margen de maniobra política y al no tener sustentos ni legislativos ni sociales, se ha convertido, quizá a su pesar, en un gobierno de transición. Esto quiere decir que en el país no se considera viable al gobierno en el largo plazo y, precisamente por ello, el país discute sobre su destitución.

Si el carácter del gobierno es de transición entonces la forma de analizarlo tiene que ver con las formas que asumiría esa transición. Esto solamente permite la existencia de tres escenarios plausibles: el primer escenario podría denominarse de transición ordenaday sería el resultado de la destitución del Presidente Guillermo Lasso por parte de la Asamblea Nacional y la toma del relevo por parte de su Vicepresidente, Alfredo Borrero Vega. Esta sería una transición manejada desde el sistema político y desde el establishment. En este escenario, el sistema político puede crear las condiciones para que las fuerzas políticas más importantes del país se rearmen para competir en las elecciones del año 2025.

Un segundo escenario tiene que ver con una transición abrupta  en el caso que el Presidente Guillermo Lasso, ante la eventualidad cierta de su destitución decida ir por la “muerte cruzada” en función de sus atribuciones constitucionales. Esto pondría al sistema político en apuros porque tendría poquísimo tiempo para rearmarse y participar en las nuevas elecciones que deben darse de forma casi inmediata a la expedición del decreto de muerte cruzada. Existe, al respecto, un relativo consenso que la única formación política con la capacidad de asumir un reto de esas características es el movimiento Revolución Ciudadana del ex Presidente Rafael Correa. Es precisamente ese temor que la muerte cruzada lleve directamente al retorno de la Revolución Ciudadana al poder el que hace que este escenario sea el menos preferido por la derecha que, en el actual contexto, no tendría ninguna posibilidad de ser un actor político relevante en el caso que se produzca la muerte cruzada. Hay un peligro aún mayor que ha sido advertido en caso de suceder este escenario y es que la revolución ciudadana puede acumular tanto poder político que bien puede llevarle al país hacia un nuevo proceso de reforma constitucional, como ya lo hizo en el año 2008, para ajustar aquellas tuercas del sistema político que le permitan reforzar su poder y mantenerse en él en el largo plazo.

Sin embargo, hay un tercer escenario que nace de la posibilidad que el gobierno haya convencido a un número suficiente de asambleístas para salir indemne del juicio político. Pero el hecho que se salve del juicio político no resuelve en absoluto  su precaria situación política; es decir, eso no altera en absoluto el escenario de transición sino que lo pone en otro andarivel. 

A ese tercer escenario lo podemos denominar transición conflictiva porque traslada su resolución del sistema político hacia la sociedad. En efecto, un gobierno que tiene más de un noventa por ciento de rechazo ciudadano y en el cual la ciudadanía se ha formado ya un criterio en virtud del cual la resolución de los graves problemas de inseguridad, de crisis económica y crisis social, necesariamente pasa por la salida del Presidente Lasso del poder, es un gobierno que tendrá que confrontar de forma directa a la sociedad que exige, de forma casi unánime, su salida.

Basta una pequeña mecha para encender la pradera. Esa mecha la puede encender el líder indígena Leonidas Iza, Presidente de la organización social e indígena más importante del país, la CONAIE, y sus aliados en otras organizaciones indígenas (FEINE y FENOCIN) y otras organizaciones sociales. La CONAIE tiene a su haber la organización de las dos movilizaciones más importantes que se hayan dado en el país en las últimas décadas, aquella de octubre de 2019 y de junio de 2022.

El movimiento indígena, es preciso indicarlo, ha acumulado una experiencia histórica en movilizaciones sociales que han destituido presidentes de la república en ocasiones anteriores. Esta no sería su primera vez y están dadas las condiciones sociales y políticas para que puede volver a suceder. Ante una contundente movilización y sin soportes sociales y políticos que le puedan sostener cabe suponer que el sistema político retorne sobre sus pasos y esta vez y ante la presión de la movilización social opte por la destitución de Guillermo Lasso. En este escenario el mérito de la resolución del conflicto le pertenecería por entero a la organización social CONAIE y a su líder, Leonidas Iza.

Es interesante constatar cómo estos escenarios tienen sus ganadores y un solo perdedor. En el primer escenario de transición ordenada, gana el sistema político y, sobre todo la derecha que necesita tiempo para reponerse del vendaval que significó el paso por el poder de Guillermo que ha arruinado las posibilidades electorales de la derecha. En el segundo escenario de transición abruptatodo indica que quien podría beneficiarse sería la Revolución Ciudadana, de ahí que esta organización política haya insistido y haya presionado para que el Presidente Lasso decrete la muerte cruzada. En el tercer escenario de  transición conflictiva es la organización social CONAIE la que recupera sus espacios y logra posicionar a su líder indígena como el líder político más importante de la coyuntura y, por tanto, puede definir el trazado de la nueva cancha política. Obviamente, el perdedor es Guillermo Lasso y con él, una buena parte de la derecha del país.

 

miércoles, 26 de abril de 2023

El caso de Boaventura de Souza Santos: una vindicta pública que necesita ser deconstruida

El caso de Boaventura de Souza Santos: una vindicta pública que necesita ser deconstruida 

 

Pablo Dávalos

Resumen Ejecutivo

A inicios del año 2023, se publicó como capítulo del libro Sexual Misconduct in AcademiaInforming and Ethics of Care in the University, editado por Erin Pritchard y Delyth Edwards, un textocuyo título traducido al español sería el siguiente: Las paredes hablaron cuando nadie más lo haría”.Notas autoetnográficas sobre el control del poder sexual en el mundo académico de vanguardia, de Lieselotte Viaene, Catarina Laranjeiro, y Miye Nadya Tom. En este texto las autoras utilizan una metodología: la autoetnografía y conceptos como el “extractivismo intelectual” y “extractivismo sexual” que deben ser cuidadosamente examinados. El análisis concluye que el texto de estas autoras no cumple con el rigor epistemológico requerido y que, en realidad, es un libelo en contra de una institución académica determinada y sus directores.

Palabras clave:Autoetnografía, incesto académico, extractivismo cognitivo, extractivismo sexual, acoso.

Introducción

El texto “Las paredes hablaron cuando nadie más lo haría”. Notas autoetnográficas sobre el control del poder sexual en el mundo académico de vanguardia, publicado a inicios del año 2023  y escrito por Lieselotte Viaene, Catarina Laranjeiro, y Miye Nadya Tom (2023), como capítulo del libro: Sexual Misconduct in AcademiaInforming and Ethics of Care in the University, editado por Erin Pritchard y Delyth Edwards, y publicado por la editorial Routledge, ha provocado una tormenta en círculos universitarios, en movimientos feministas, en redes académicas y ha provocado la suspensión de la carrera académica del sociólogo y filósofo portugués Boaventura de Souza Santos, director emérito del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coimbra en Portugal. 

Se impone, pues, una revisión de este texto para comprender el porqué de esas implicaciones y repercusiones, en especial un análisis de sus principales categorías analíticas; sin dejar de reconocer la pertinencia de la denuncia realizada por las autoras del texto como víctimas de acoso sexual, ni tampoco soslayar el peso que tiene la estructura patriarcal sobre las instituciones académicas. 

Sin embargo es necesaria, no obstante, una aclaración y advertencia que considero pertinente por las consecuencias que suscitó la publicación de este capítulo: el presente análisis se concentra en la estructura epistemológica de su metodología y de sus conceptos más representativos; en tal virtud, se soslayan las implicaciones que tienen que ver con las denuncias de acoso y de los temas relacionados con él, sobre todo a nivel jurídico y, más bien, se opta por el rigor y la neutralidad valorativa por cuanto se trata de un texto académico y que, por tanto, debe pasar por una criba epistémica de rigurosidad metodológica y teórica. Las conclusiones a las que se llegan nada tienen que ver con el entorno de denuncia que provocó este capítulo sino que se desprenden del riguroso análisis realizado.

El uso estratégico de la memoria en el método autoetnográfico

Ante todo, es necesario registrar aquello que se escribe en las primeras líneas del texto: “What you are currently reading was drafted by three researcherswho recognized themselves in the many situations that women have bravely described” (Viaene, Laranjeiro, & Nadya Tom , 2023, p. 208); porque estas líneas nos dan la pauta del sentido real que tendrá este capítulo: entre el testimonio  del reportaje periodístico y la denuncia sobre situaciones de violencia ejercida contra las mujeres. 

Así, no se trataría, strictu sensu, de un texto académico ni tampoco de una investigación o reflexión teórica sobre las relaciones de poder dentro de la academia. Como ellas mismo lo reconocen: se trata de denunciar la forma cómo la academia (las universidades) encubre los “escándalos” (es su término) de sus profesores estrella (Star Professors), en su comportamiento hacia las “jóvenes investigadoras” quienes, a su vez, dependen de la aprobación académica de estos Star Professors para poder continuar con sus trayectorias académicas y que, además, han sido víctimas de acoso, maltrato y daño psicológico. Pero, una vez escrito y publicado, ha permitido a sus autoras la catarsis necesaria aunque no la reparación justa. 

En el texto se mencionan sus títulos como una metonimia de sus nombres: Doctorado y posdoctorado. Todas ellas, según su testimonio, trabajaron en un centro de investigación para aprender sobre (des)colonización, ciencias sociales emancipatorias y transformadoras (en la ocurrencia el CES de la Universidad de Coimbra, Portugal). 

Acusan al director del centro, pero sin nombrarlo, de acoso, violencia y diferentes formas de aquello que ellas denominan extractivismo. Al director lo denominan: “Profesor Estrella”. Al co-director lo denominan el “Aprendiz”, y a la responsable de coordinación del programa la denominan: la “Vigilante” (“Besides the Star Professor, there were two crucial figures to understand its power dynamics: the Apprentice and the Watchwomen” (Viaene, Laranjeiro, & Nadya Tom , 2023, p. 211)). A estos dos últimos, más algunos académicos o administrativos alineados con la dirección del centro, las autoras los denominan “guardianes del poder sexual” además de ser los administradores de ingreso (los porteros) al sistema de castigos y recompensas. Al ambiente de chismografía del centro de investigación lo denominan: “whisper network”.

Esto da cuenta que las autoras utilizarán en el capítulo del libro su experiencia personal para realizar una especie de sociología y antropología del comportamiento en las altas esferas de la investigación académica que evidencian las asimetrías de poder en estos espacios. 

A ese ejercicio lo denominan “autoetnografía”, como método de investigación (Viaene, Laranjeiro, & Nadya Tom , 2023, p. 210). En este ejercicio la memoria tiene la intención de ser una hermenéutica sobre el recuerdo de su propia situación para extraer conclusiones, pero esto suscita una aporía: el riesgo de la revictimización. Precisamente por ello, las autoras del capítulo indican que no pueden ser objetivas con respecto a la violencia que sufrieron porque eso sería revictimizarse. Pedir objetividad a un sobreviviente de violencia, argumentan, es un acto de violencia, de ahí que su memoria sea deformada y que presente errores. Sin embargo, esos errores de la memoria pueden ser “psicológicamente ciertos” y pueden revelar más verdades que cualquier registro de los hechos, a pesar de sus deformaciones, porque no se trataría de “describir hechos” sino, más bien, “darles sentido” pero desde su propia percepción y subjetividad (Viaene, Laranjeiro, & Nadya Tom , 2023, p. 210). Como puede apreciarse, su apelación a la memoria, en realidad, no es hermenéutica, sino estratégica.

Las autoras reconocen que no hicieron ningún tipo de entrevistas a actores institucionales, sino que indagaron sobre sus comportamientos sobre la base de sus propias percepciones y experiencias vividas “cuya credibilidad no debe basarse en su concordancia con los hechos”  (Viaene, Laranjeiro, & Nadya Tom , 2023, p. 210).

Esto delimita el alcance teórico y la profundidad de la reflexión de este texto y suscita un problema de objetividad científica, porque es imprescindible trazar una línea que impida la confusión entre la autoetnografía (suscitarse preguntas sobre las circunstancias del ser desde el ser de un mismo), y el testimonio judicial o el reportaje periodístico. 

Empero, es preciso indicar que para evitar esa confusión teórica entre el testimonio periodístico y la autoetnografía las autoras debieron trabajar teóricamente para superar la aporía de distanciarse de una problemática de la cual ellas fueron las principales víctimas; porque se trata de reflexionar sobre las complejas relaciones entre institucionalidad, conocimiento, y relaciones de poder. Sin embargo, cabe adelantarse, en su artículo, nunca lo hicieron.

El objetivo principal de su texto es: “As such, the main goal of this chapter is to contribute to opening a much-needed debate in academia about institutional responsibilities by reflecting on analytical concepts such as “whisper network,” “sexual-power gatekeepers,” “academic incest,” and “intellectual and sexual extractivism.” (Viaene, Laranjeiro, & Nadya Tom , 2023, p. 210)

Ahora bien, si el texto tiene una dimensión testimonial y bajo parámetros de periodismo de denuncia, por supuesto que el testimonio que ellas invocan y exponen convocan a la indignación y exigen justicia y reparación; además que suscitan solidaridad, sororidad y apoyo; pero hay que recordar que es un texto que no tiene la intención de ser un reportaje periodístico ni un alegato jurídico sino que tiene pretensiones académicas porque es un capítulo de un libro publicado por una editorial académica, y ahí entran en juego otros criterios, entre ellos el de fundamentación epistemológica de los conceptos y las categorías que sustentan sus hipótesis que, en este caso, suponen a la autoetnografía como método.

La confusión en el uso epistemológico de la categoría de “extractivismo intelectual”

Aquello que, de entrada, provoca ruido son los conceptos que utilizarán para su testimonio (o, según ellas, su autoetnografía), sobre todo aquellos de: “incesto académico”, “extractivismo sexual” y “extractivismo intelectual”. Por lo tanto, es necesario una mirada más in fine sobre estos conceptos porque de ellos depende la fortaleza epistémica de su texto. Si se retiran esos conceptos todo el texto caería en el vacío.

La apelación a la categoría de “extractivismo intelectual” recuerda, inmediatamente, a aquella de “extractivismo epistemológico” que utilizó la historiadora aymara Silvia Rivera Cusicanqui en su debate los Estudios Postcoloniales (Rivera Cusicanqui, 2010). Silvia Rivera expresaba, al respecto que: “el discurso de multiculturalismo y el discurso de la hibridez son lecturas esencialistas e historicistas de la cuestión indígena, que no tocan los temas de fondo de la descolonización; antes bien los encubren y renuevan prácticas efectivas de colonización y subalternización” (Rivera, 2010, p. 62)

Es en esa línea que Silvia Rivera Cusicanqui propone el extractivismo epistémico: como una dinámica de violencia cultural desde el Norte hacia los pueblos del Sur. Ramón Grosfoguel, es prudente con respecto al término “extractivismo epistemológico”, porque, según sus palabras: “Los pongo entre comillas para no presentar estos términos como conceptos ya elaborados y terminados, sino como parte de una investigación en proceso que busca abrir un debate. Estoy consciente del riesgo del uso del término «extractivismo» para hablar de apropiaciones epistémicas y ontológicas.” (Grosfoguel, 2016, p. 126). Para Grosfoguel, en una línea que comunica con Gudynas(Gudynas, 2011), el extractivismo epistémico son las condiciones que hacen posible el extractivismo económico. Además, vincula el “extractivismo epistemológico” en la cosificación de las relaciones mercantiles del capitalismo en una geopolítica del conocimiento en una línea que ha sido trabajada por Lander (Lander, 2000), Dussel (Dussel, 2000)(Bautista, 2014), entre otros.

La reflexión sobre el extractivismo tiene también relación con aquello que el profesor David Harvey denomina “acumulación por desposesión” (Harvey, 2005), en la veta teórica abierta por Rosa Luxemburg al interpretar el segundo tomo de El Capital de Marx y los ciclos de la reproducción ampliada del capital. 

En América Latina las reflexiones sobre extractivismo y acumulación por desposesión son realmente intensas e importantes, como lo demuestran los trabajos de Gudynas, Alberto Acosta, entre otros.

Estas referencias me parecen pertinentes para calibrar el espesor teórico de la apelación al “extractivismo intelectual” al que hacen referencia las autoras de forma continua (Viaene, Laranjeiro, & Nadya Tom , 2023)

¿A qué se refieren ellas con ese concepto? ¿Cuando mencionan el “extractivismo intelectual” se inscriben quizá en la línea de reflexión teórica sobre la crítica a la imposición de saberes, a las geopolíticas del conocimiento, a las relaciones saber-poder entre el Norte y el Sur? Todo extractivismo, al menos desde la economía política, implica extracción de rentas y, precisamente por ello la vinculación con la acumulación por desposesión y la geopolítica del imperialismo es el marco teórico del concepto de extractivismo.

Se trata de un debate que todo estudiante de estudios decoloniales y ciencias emancipatorias, así como los cultural studies y los estudios de área, conocen al menos de forma general; pero en este caso específico de las autoras que hacían estudios de doctorado y posdoctorado precisamente en estos ámbitos teóricos, es de suponer que conocen y son expertas del debate sobre el extractivismo en términos generales y el extractivismo cognitivo en términos particulares.

Entonces, si se hace mención al “extractivismo intelectual” cabe suponer que se hace mención al proceso que genera rentas desde el Sur hacia el Norte y que coloniza los marcos epistemológicos para permitir la dominación del capital y la supremacía hegemónica del imperialismo.

Por lo tanto, es legítimo interrogarse: ¿inscriben las autoras del capítulo su autoetnografía dentro de ese debate sobre el extractivismo y la decolonialidad? Y la respuesta es que no lo hacen porque, para ellas, el extractivismo intelectuales la práctica de los directores de investigación que utilizan el trabajo de sus asistentes de investigación sin que este director de investigación reconozca la autoría intelectual de sus asistentes en el respectivo proyecto de investigación. 

Esto explicaría, dicen ellas, el porqué estos profesores estrellas pueden escribir docenas de artículos y capítulos de libros como autores únicos, porque tienen detrás de sí un batallón de personas que hacen el trabajo en negro por ellos (Viaene, Laranjeiro, & Nadya Tom , 2023, p. 213)

No obstante, surge la cuestión: ¿Es esto realmente el “extractivismo intelectual”? ¿Qué relación tiene eso con las reflexiones del extractivismo epistémico de Rivera Cusicanqui, Grosfoguel, entre otros? La respuesta es obvia, por supuesto que no guarda ninguna relación.

El verdadero extractivismo intelectual en el modelo neoliberal de universidad y conocimiento

Es necesario indicar, para poner en contexto la forma por la cual usan la noción de “extractivismo intelectual” las autoras, la forma neoliberal del conocimiento en las universidades en las cuales el financiamiento a la investigación, generalmente, procede de fuentes privadas que obligan a las universidades a adoptar un formato empresarial sustentado en parámetros de productividad, posicionamiento de marca, transferencia de derechos de propiedad intelectual hacia patentes privadas, seguridad jurídica y competitividad mercantil.

Es por ello que los directores de proyectos de investigación suelen tener un ejército de asistentes de investigación, porque es la práctica común y corriente en todas las universidades del mundo y en todos los proyectos de investigación científica a nivel mundial. 

En todos ellos siempre hay un director o un grupo de investigadores que lideran la investigación, y todos ellos utilizan asistentes y ayudantes de investigación y, en estas circunstancias, a ningún asistente de investigación del mundo se le ocurriría exigir que pongan su nombre como parte de los investigadores principales en esa investigación, porque han sido contratados para que solo sean asistentes de investigación. 

Más adelante quizá utilizarán esa experiencia para convertirse luego en futuros directores de investigación. Puede ser que, finalmente, consten en los agradecimientos o en una nota marginal de pie de página cuando la investigación se haya terminado, pero nada más. Así al menos está definida la praxis de la investigación científica y teórica actualmente y no se la ha cuestionado al menos en esos términos.

Ahora bien, puede ser que un asistente de investigación haya tenido la epifanía de una idea brillante, pero esa idea se convierte en un aporte científico dentro de un marco de mayor complejidad y proyección que solo lo puede hacer el director o los directores de investigación y las políticas de publicación de la universidad. Es, en efecto, el director (o los directores) de investigación quienes son capaces de ubicar esa idea y proyectarla al debate científico mundial. Podría ser que el director o los directores de investigación reconozcan la verdadera paternidad de esa idea, pero esa idea por sí sola no tiene ni la proyección ni la fuerza de contribuir al debate científico sino dentro de un proyecto de investigación y como parte de una trayectoria de investigación y dentro de políticas institucionales de investigación. 

Entonces, la falta de reconocimiento intelectual de los ayudantes de investigación, en proyectos de investigación financiados sea por el sector público o privado, no tiene nada que ver con ningún tipo de extractivismo intelectual, sino que corresponde a una dinámica de precarización que se ha normalizado ahora también en el ámbito universitario. 

En efecto, es posible que existan abusos en esa relación entre director de investigación y asistentes, y que la mayor carga del trabajo de investigación lo realicen los asistentes, pero también es cierto que el mayor mérito se lo lleva el director o los directores de investigación porque esa es la estructura institucional que se ha creado al efecto. 

Así, lo que las autoras detallan y describen como una denuncia es, realmente, una práctica normal de la forma de hacer conocimiento e investigación en las universidades del mundo, por ejemplo está el reciente caso de Vincenç Navarro en España precisamente por maltrato y acoso laboral a su equipo de investigación.

No obstante, esa es la forma institucional por la cual se ha construido hasta el momento la investigación científica a escala mundial que obedece a parámetros de productividad, competitividad y gestión de marca. La cuestión es: ¿puede llamarse a esa práctica de las comunidades científicas como “extractivismo intelectual”? Definitivamente no. 

Pero para las autoras del capítulo del libro, en cambio, consideran que el “Star Professor could be seen as an expert in intellectual extractivism” (Viaene, Laranjeiro, & Nadya Tom , 2023, p. 212). Empero de ello, el Profesor Estrella al que hacen referencia, no puede bajo ningún concepto ser un “experto en extractivismo intelectual”, porque el extractivismo académico no depende de una persona en un contexto institucional de investigación, sino que corresponde a una práctica civilizatoria de occidente contra pueblos oprimidos y colonizados, además que corresponde a un modelo de negocios de revistas indexadas que forma parte de la mercantilización del conocimiento.

Lo que ellas describen: “Stories of research assistants whose work and knowledge were used in his books and being poorly paid are numerous. Assisting the Star Professor might be regarded as an informal in-between job while waiting (and hoping) for a research grant, fellowship, or job contract.” (Viaene, Laranjeiro, & Nadya Tom , 2023, p. 212), puede denominarse precarización o sobreexplotación académica, pero no puede ser comprendida como “extractivismo intelectual”. 

Por supuesto que la precarización y la sobreexplotación socavan la subjetividad, la autoestima y la salud mental de quienes la padecen. En ese caso, ni siquiera el alto grado académico ahorra el sufrimiento a quienes son sometidos a relaciones de precarización laboral, porque esa es la forma en la que funciona el neoliberalismo a escala global.

La necesidad teórica de fundamentar epistemológicamente las hipótesis y categorías

Lo que describen la autoras, por tanto, no tiene nada que ver con el extractivismo intelectualal menos en la línea teórica que trabajan las teorías de la descolonización y las prácticas emancipatorias y que tienen en América Latina un importante desarrollo teórico.

Si ellas querían otorgar plausibilidad epistemológica a sus conceptos, tenían que trabajarlos previamente y sustentarlos epistemológicamente. Como lo expresa José Bautista:

La categoría «pensar categorial», de origen zemelmaniano, alude a aquella intención epistémico- teórica que no se limita a copiar categorías o conceptos, sino que intenta hacer una incorporación problematizadora y resemantizante en un corpus categorial nuevo, esto es, como la realidad pensada con la anterior categoría no es la misma, por ello la intención epistémica deviene inevitablemente en una transformación del contenido anterior del concepto o la categoría, para que el nuevo contenido del concepto o categoría sea pertinente a la realidad tematizada. Pero el problema, en última instancia, no es tanto construir nuevos conceptos y nuevas categorías de análisis, sino nuevos «marcos» categoriales desde donde tenga sentido el uso de estos nuevos conceptos y categorías. (Bautista, 2014, p. 22).

¿Trabajaron nuestras autoras en un “pensar categorial” para resemantizar de forma nueva la categoría de “extractivismo intelectual”? La respuesta es que nunca lo hicieron, pero tampoco respaldaron la utilización de esta categoría con las referencias bibliográficas que remitan a un campo de resemantización sobre esta categoría. Al denominar “extractivismo intelectual” a una práctica común de precarización y sobreexplotación en los laboratorios y centros de investigación en la mayor parte de las universidades del mundo, en realidad las autoras desvían la atención del locus real en donde sí se produce ese extractivismo intelectual. 

El extractivismo intelectual por supuesto que existe, pero no lo hacen los directores de investigación de ninguna universidad del mundo, sino las grandes empresas editoriales y de revistas científicas, como American Chemical Society (ACS), Reed-Elsevier, Springer, Wiley-Blackwell, Taylor & Francis, Sage, Mc Graw-Hill, Clarivate Analytics, entre otras (Cátedra Libre Ciencia, Política y Sociedad, 2018)

Ahí está el verdadero núcleo del extractivismo intelectual como parte del neoliberalismo académico. En la praxis de las revistas indexadas por cuartiles y el pago que hay que hacer para acceder a ellas subyace la economía política del verdadero extractivismo intelectual. Son modelos de negocios de miles de millones de dólares con empresas que cotizan en bolsa y que dependen directamente de la producción de científicos y académicos, generalmente pagados por el Estado, pero que gestionan proyectos de investigación financiados desde el sector privado. Y son los directores de investigación quienes sufren de forma directa de este extractivismo intelectual porque tienen que producir cada vez más y ser cada vez más competitivos y, evidentemente, son sus asistentes de investigación, la carne de cañón de este modelo de negocios global que precariza el trabajo intelectual en las universidades de todo el mundo. 

Para sobrevivir en el mundo académico neoliberal, las universidades están obligadas a mantener un sistema de métricas y rúbricas que las ubiquen en un ránking determinado. Gracias a ese ránking pueden conseguir financiamiento privado para sus proyectos de investigación. Las universidades necesitan “profesores estrellas”, como los equipos deportivos también necesitan sus propias estrellas y no importa su precio (por ejemplo la alta cotización de los futbolistas de elite), porque de ellos depende el financiamiento privado y la promoción de su marca; habida cuenta del débil financiamiento público a la investigación y a las universidades públicas el único recurso es el financiamiento privado. Por ello los promocionan, porque de ellos, de esos Profesores Estrella, dependen sus ingresos para investigación y de esas investigaciones y publicaciones depende su puesto en el ranking y el salario de los asistentes de investigación.

Es un sistema neoliberal de universidad que se ha consolidado en las últimas décadas y que puede ser identificado en su origen en la convergencia de las Reformas de Bologna con el Tratado de Lisboa a fines del siglo pasado que impuso el sistema de educación por competencias como eje de la formación universitaria y que derivó en la productividad y proliferación sin sentido de artículos indexados que no contribuyen casi en nada al pensamiento crítico y científico pero que, lamentablemente, estructuran y definen la forma de las universidades en el capitalismo tardío.

Por ello, los profesores estrella tienen que publicar todo el tiempo y tienen que hacerlo con su propio nombre, no pueden poner otros nombres junto al suyo porque en el orden neoliberal del conocimiento ellos han adquirido el estatus de una marca. Por ello también necesitan cada vez más asistentes y ayudantes de investigación, porque la productividad neoliberal del conocimiento califica y calibra por métricas y rúbricas. Es la expresión capitalista de la productividad mercantil en el mundo del pensamiento humano. Un profesor estrella es la expresión y el resultado de esa productividad. Es una creación del modelo neoliberal de conocimiento que lo devalúa y lo banaliza a medida que exige más competitividad y productividad. 

De la misma manera que la industria del deporte exige a los atletas de elite performances cada vez más exigentes, así en la academia neoliberal un profesor estrella debe escribir todo el tiempo, debe publicar todo el tiempo, debe formar parte del debate en su área todo el tiempo porque forma parte de un mercado altamente competitivo e implacable del cual dependerán sus condiciones de posibilidad y existencia. Debe probar que su marca está vigente. 

Sus publicaciones se registrarán en scopus o en cualquier otra red y eso forma parte del modelo de negocios del verdadero extractivismo intelectual porque las universidades y los ciudadanos interesados tendrán que pagar por acceder a ese conocimiento. Por ello, la inmensa mayoría de académicos del mundo están en situación de precariedad laboral y sobrexplotación. Tienen que “publicar o morir”.

Se puede, por tanto, indicar que la noción de “extractivismo intelectual” de las autoras confunde los marcos epistemológicos de esta categoría y lo desprenden de sus potencialidades con respecto al análisis del modelo de negocios académico (que ha sido denominado como Universidad Corporativa, Universidad Empresarial, Mercantilización del Conocimiento, Academia Neoliberal, entre otros nombres) y, más bien, lo utilizan simplemente como un adjetivo que describiría las prácticas de la investigación científica en el capitalismo tardío, unas prácticas definidas y estructuradas bajo la matriz del neoliberalismo y del orden patriarcal. 

Pero para las autoras el “extractivismo intelectual” es el abuso del trabajo intelectual de los asistentes de investigación y su falta de reconocimiento por parte de los directores de investigación. No se trata, para ellas, por tanto, de una categoría teórica ni mucho menos sino simplemente de una adjetivación a una práctica que la sufren decenas de miles de asistentes de investigación en el mundo. 

Las autoras, quizá inadvertidamente, degradan el espesor epistémico que tiene la categoría de “extractivismo intelectual” para utilizarlo como adjetivo de una práctica recurrente pero que ellas no la advierten como tal porque nunca lograron superar la aporía suscitada entre el testimonio y la autoetnografía, y porque nunca utilizaron un marco interpretativo de economía política para una categoría que pertenece por entero a la economía política. 

Ahora bien, por supuesto que se pueden utilizar adjetivos para describir una situación determinada pero no en el capítulo de un libro de reflexión teórica porque eso banaliza a la categoría teórica. La convierte en un cliché. Le quita toda sustancia epistemológica para transformarla en un argumento ideológico.

El uso de la categoría de “extractivismo sexual” como adjetivación

Este procedimiento se nota aún más cuando inscriben el “extractivismo intelectual” dentro del acoso sexual al que, de  manera increíble, denominan “extractivismo sexual”. 

El extractivismo sexual es un delito inscrito en las prácticas de explotación sexual y se sustenta en la utilización del cuerpo de la mujer (y de los hombres) para generar rentas, generalmente, a grupos mafiosos dedicados a la trata, abuso, prostitución y pornografía. Es extractivismo sexual porque se comercializan cuerpos humanos para fines de explotación sexual. El cuerpo se convierte en instrumento de consumo en la industria del sexo y ahí subyace la generación de plusvalía absoluta.

Ahora bien, las referencias al “extractivismo sexual” en el texto son varias y explícitas por parte de las autoras y en ningún caso tienen un aval de reflexión analítica ni epistemológica ni tampoco respaldo bibliográfico: “Extractivismo sexual” del Aprendiz (es el profesor-investigador que hace las funciones de co-director) (Viaene, Laranjeiro, & Nadya Tom , 2023, p. 213). Mencionan también la forma por la cual se manipulaban en el centro las amistades cercanas para derivarlas hacia el “extractivismo sexual” (Viaene, Laranjeiro, & Nadya Tom , 2023, p. 214); insisten, por ejemplo, en el “bien conocido extractivismo sexual” del Profesor Estrella (Viaene, Laranjeiro, & Nadya Tom , 2023, p. 217)

El acoso sexual está tipificado como delito y tiene sus protocolos de indentificación, reconocimiento y tratamiento jurídico en cada país. Pero la apelación al “extractivismo sexual” en el texto de las autoras daría cuenta que no solo hubo acoso sino que se trataría de delitos de trata, prostitución, abuso y explotación sexual. 

La categoría de “extractivismo sexual” utilizada por las autoras pone en otro registro el testimonio y su autoetnografía. Supondría que en su estancia en el centro de investigaciones, un grupo de profesores, encabezados por su director principal, las utilizaron de forma sexual para generar rentas. Es decir, habría una fachada académica para una situación de trata, explotación y prostitución sexual, porque esa es la conclusión obvia de la categoría de “extractivismo sexual” ¿Fueron quizá víctimas de trata y explotación sexual? ¿Se vieron por ello truncadas sus carreras y sus expectativas a futuro?

Como ellas mismo lo reconocen: “our academic careers went ahead” (Viaene, Laranjeiro, & Nadya Tom , 2023, p. 210); es decir, no tuvieron inconvenientes en proseguir con su trayectoria académica. Por otra parte, es ridículo suponer que estuvieron sujetas a ningún tipo de explotación sexual, ni tampoco fueron prostituidas, ni sometidas a ningún tipo de trata, además, en el texto jamás mencionan situaciones como esa, pero las autoras no advierten que su denuncia de “extractivismo sexual” implica una fuerte carga de violencia ontológica en especial sobre las mujeres y que apela, por definición, a situaciones de trata, abuso y explotación sexual, principalmente, por mafias, delincuentes y crimen organizado; no advierten que su apelación el “extractivismo sexual” es una boutade, y no lo advierten porque la utilizan de la misma forma que utilizan la noción de “extractivismo intelectual”, es decir, como un adjetivo calificativo; porque en su texto no hacen reflexión teórica ni de ningún tipo sobre estas categorías, ni siquiera contextualizan esta categoría con su correspondiente aval bibliográfico; en realidad, su texto es un libelo nacido de la indignación de su estatuto de precarización laboral y supuesto acoso sexual y laboral que, por lo demás, caracteriza al capitalismo tardío y neoliberal en casi todas sus facetas. 

Al respecto y como ejemplo puede apreciarse que la reflexión sobre la precarización del trabajo universitario y deslindándose de referencias al “extractivismo intelectual” o “extractivismo sexual”, en el testimonio de: Sasha Breger Bush, Lucy Ware McGuffey y Tony Robinson sobre la flexibilización laboral académica en el sistema universitario norteamericano (Breger Bush, Ware McGuffey, & Rob, 2017)

El texto de las autoras es un testimonio que oscila entre el dramatismo de sus propias circunstancias y la impotencia que tienen las personas ante el peso de las instituciones en contextos de injusticia y precariedad. Pero no se trata de una situación única sino general, y eso lo sabemos desde Nietzsche, Foucault y Kafka. 

Toda relación de saber implica y supone una relación de poder. Si una relación de saber-poder se institucionaliza por supuesto que se generan en su interior contradicciones y luchas de poder. Si esas contradicciones se inscriben en una trama más amplia, en la ocurrencia la acumulación de capital, evidentemente que se generarán tensiones y conflictos provocados desde la acumulación del capital y el fetichismo de la mercancía. Si ampliamos la escala y la ponemos al trasluz del orden patriarcal por supuesto que generará conflictos y contradicciones en donde emerge la violencia directa sobre los cuerpos.

Conclusiones necesarias: el texto en realidad es un libelo

Lo que relatan las autoras forma parte del mundo académico y, en realidad, lo han vivido y lo viven millones de mujeres (y hombres) que han pasado o están en la academia, ahora convertida en industria, pero el verdadero problema, a pesar de su dureza, no es ese. El problema real tiene que ver en la forma por la cual el neoliberalismo ha convertido a las universidades tanto en modelo de negocios cuanto en mecanismos de legitimidad del sistema de dominación. Hay luchas de clases en la academia y hay disputas acres sobre la epistemología del mundo. Ese es el problema real: que el neoliberalismo cerró los campos de posibles históricos a la humanidad y lo hizo utilizando a la academia, a las universidades, al pensamiento humano. Pero eso, lamentablemente, esa problemática  no consta ni por asomo en el horizonte de posibilidades teóricas del texto de las autoras mencionadas, porque están demasiado concentradas en sus propios problemas. Su apelación a la autoetnografía les enajena de los desgarres del mundo y deviene en narcisismo.

La deshonestidad intelectual no es ajena a las universidades ni tampoco su endogamia académica, por ello no me he detenido en analizar la categoría de “incesto académico” porque además no es pertinente para el caso. Podemos, sin embargo, recordar el affaire Sokal o el más reciente affaire de Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff (quien fue director de estudios del FMI), como evidencias de esa deshonestidad de la academia.

Tampoco es nueva la denuncia de acoso, sobre todo a las mujeres, como tampoco son nuevas las denuncias de racismo y exclusión, sobre todo a los afrodescentientes y latinos. La universidad, vale decirlo, tampoco acepta a las diversidades sexo genéricas y, en ese sentido, es una institución reaccionaria. Si las diferencias sexo-genéricas pudiesen publicar en Routledge sus expedientes de discriminación, abuso y violencia, quedaríamos sorprendidos de su magnitud.

Por ello, considero que el texto deViaene, Laranjeiro, & Nadya Tom, que tanto revuelo ha provocado, no es un texto académico, ni tampoco de reflexión teórica. En realidad, es un alegato casi judicial en el que se exponen circunstancias específicas de supuesto maltrato y acoso y que bien puede formar parte del anexo de una denuncia en un tribunal de justicia de cualquier país como parte de las pruebas presentadas por las víctimas y que, al utilizar de forma indiscriminada categorías y transformarlas en adjetivos, convierten a este texto en un libelo que hizo explotar por los aires al centro académico que en algún momento las acogió. 

Si no es un texto académico, entonces ¿por qué lo publicó Routledge? ¿No existen acaso estándares y revisiones de pares para la publicación de estos textos? ¿Se puede publicar un texto en el cual se acusa de trata y explotación sexual a una entidad académica y a sus directores y administrativos, porque es eso en definitiva lo que significa “extractivismo sexual”, así libremente? ¿No existen acaso criterios mínimos para una publicación académica? 

Se trata de un texto que no tiene marco teórico, que no tiene metodología, que confunde el testimonio con la autoetnografía, que utiliza la memoria y la subjetividad de forma estratégica, y que se extiende en detalles que no aportan en nada a una reflexión académica y ni siquiera a la propia denuncia, como los largos párrafos en los que se describe el ambiente de camaradería en un restaurante entre investigadores, asistentes y personal administrativo en donde incluso “se recitaban poemas” (Viaene, Laranjeiro, & Nadya Tom , 2023, p. 213)

Si ese ambiente de camaradería implicó una sexualización de las relaciones profesionales forma quizá parte de otro debate, o si fue el marco para luego la violencia del abuso sexual entonces tendrían que actuar las autoridades correspondientes bajo la denuncia de rigor, pero mencionarlo en un texto supuestamente académico solamente da cuenta de la forma por la cual se exponen antecedentes de tipo judicial más que teórico e investigativo con otros propósitos que los académicos. ¿Cuáles son esos propósitos? Es difícil adivinarlo porque habría que aventurar hipótesis que sean plausibles.

Se trata de un texto débil a nivel teórico que no habría sido aceptado en otros contextos, sin embargo ¿por qué lo publicó Routledge? ¿Por qué generó tanto escándalo? ¿Por qué provocó la suspensión de la carrera académica del profesor Boaventura de Souza Santos? ¿Por qué las instituciones académicas concernidas antes de tomar una decisión no leyeron in fine a estas autoras? ¿Por qué las organizaciones feministas fueron cautas y prudentes con respecto a las denuncias de estas autoras (“One could ask why these self-proclaimed radical feminists are not openly supporting victims and demanding institutional change.” (ibid, p. 218))?

Quizá las respuestas no estén en ese texto sino en su contexto, porque mutatis mutandis fue mucho más grave lo que hicieron Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff que lo que, supuestamente, habría hecho Boaventura de Souza Santos. Pero casi nadie sabe lo que hicieron Reinhart y Rogoff. Nunca fueron objeto de escarnio público. Nunca rebasó cierto ámbito y, finalmente, pasó al olvido. Pero la vindicta pública contra Boaventura de Souza Santos, jamás lo hará. ¿Por qué? ¿Cuál es ese contexto que explicaría realmente esa vindicta pública?

Trabajos citados

 

Bautista, J. (2014). ¿Qué significa pensar desde América Latina? Madrid, España: Akal.

Breger Bush, S., Ware McGuffey, L., & Rob, T. (2017). Neoliberalism in the Academy: Dispatch from a Public University in 18 Colorado. World Social and Economic Review of Contemporary Policy Issues (8), 18-31.

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Gudynas, E.  (2011) Más allá del nuevo extractivismo: transiciones sostenibles y alternativas al desarrollo. En F. Wanderley, El desarrollo en cuestión. Reflexiones desde América Latina. (págs. 379-410). La Paz, Bolivia: Oxfam-CIDES UMSA.

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Rivera Cusicanqui, S. (2010). Violencias (re) encubiertas en Bolivia. La Paz, Bolivia: La Mirada Salvaje. Editorial Piedra Rota.

Rivera, C. (2010). Ch'Ixinakax Utxiwa. Una reflexión sobre prácticas y discursos descolonizadores. Buenos Aires: Tinta Limón Ediciones.

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